El paseo de Recoletos se convirtió ayer por unas horas en un templo-museo cargado de las mejores obras de la imaginería española. El coro y la orquesta estaban preparados, y los peregrinos abarrotaban Cibeles y sus calles aledañas para contemplar el desfile religioso.
Dos días después de la marcha laica y de los posteriores incidentes en Sol por la coincidencia de peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud y manifestantes contra la financiación pública de la visita papal, la Comunidad de Madrid elevó el tono por lo que considera "agresiones contra ciudadanos por su forma de pensar" (en referencia a los jóvenes católicos) y pidió la dimisión de la delegada del Gobierno en la región, Dolores Carrión.
LINO PORTELA | Madrid
Así recuerdan cuatro músicos su estancia en la capital en el mes más árido