Más de 300 muertos vivientes se arrastraron desde Goya a la plaza del Carmen. En lugar del cementerio, el Árbol del zombi (en la plaza de Felipe II) fue el punto de reunión de los cadáveres andantes que con sus heridas, lenguas y brazos cortados decidieron asustar. La impresión e incluso el miedo de los viajeros del metro era evidente "¡Humanos!, ¡humanos!", gritaban los zombis.
En la maternidad del hospital Gómez Ulla no se oyen llantos de bebé. Tampoco se amontonan los pacientes en las urgencias, recién renovadas. El quiosco cerró. En el bar se puede escoger mesa. Cualquier mesa. La peluquera ojea con desgana una revista. La dependienta de la tienda bazar ni siquiera está tras el mostrador.
Una única puñalada. Pero certera. Abdul Said, marroquí de 32 años, ya estaba muerto cuando llegaron los sanitarios del 112. Lo encontraron tirado entre dos coches, en el camino embarrado que une el límite del barrio del Pilar con la depuradora, en Alcalá de Henares. Eran las tres y media de la madrugada.
Dos euros y medio por cabeza. Susana se encarga de recoger el dinero y comprar la comida. Algo de embutido, pan... "¡y chuches!", le recuerda Noemí. Es mediodía de sábado y, como el fin de semana pasado, algunos propietarios de las promociones Zarzalejo I, II y III, en Arroyomolinos (11.800 habitantes), se disponen a comer enfrente de sus casas.
Madrid pasa su primer fin de semana en compañía del genio oscuro que regurgitó a Francisco de Goya y a Diego Velázquez, y que caminó entre la belleza y el horror. Las colas ante el Museo del Prado se reprodujeron ayer para ver la exposición de Francis Bacon, el gran artista nacido en Dublín hace un siglo y muerto en Madrid en 1992.
La semana por delante
Alfredo García Revuelta (Madrid, 1961) tiene una obra en la que la pintura, la escultura, el vídeo y el comic aparecen casi siempre ensamblados. Cultiva cada una de estas formas de expresión en conjunto o por separado. No hay un lenguaje que predomine sobre los otros.