"Siento todas mis ataduras"
Una carta de Miguel Hernández es una joya. Más si en ella palpita el sentimiento de desazón, hartazgo y escasa confianza en el futuro que sintió el poeta en la cárcel de Ocaña, 10 meses antes de morir en marzo de 1942. Por eso, el descubrimiento de una misiva del escritor a su amigo Carlos Rodríguez Spiteri tiene más que un valor simbólico.