La sangre de Pekín, al microscopio
A principios de año numerosos deportistas de élite recibieron una increíble oferta por parte de diversos intermediarios: un producto indetectable en los controles antidopaje, una EPO llamada de tercera generación, una molécula tan pequeña que nadie la podía ver y que con sólo una inyección al mes lograba que el organismo fabricara tantos glóbulos rojos como los que se conseguía con una inyección diaria de EPO tradicional.