La advertencia internacional a los serbios de Bosnia, hecha el viernes desde, Londres, no parece haber tenido ningún efecto disuasor. Un día después de que las potencias occidentales acordaran parar los pies a las tropas del general Ratko Madlic con acciones expeditivas si intentan conquistar Gorazde, dos cascos azules franceses murieron y otros tres re sultaron heridos, uno de ellos gravemente, a resultas de un ataque deliberado contra un convoy humanitario de la ONU ocurrido a última hora de ayer en Sarajevo, según informó un portavoz militar de la ONU.
El plan norteamericano de represalias aéreas contra los serbios, que incluye masivos bombardeos sobre objetivos militares en todo Bosnia, pero no en Serbia, asume el riesgo de que varios cascos azules podrían ser tomados como rehenes y asesinados, y que algunos civiles podrían también perder la vida en los ataques, que han sido diseñados al estilo de las incursiones sobre Bagdad al comienzo de la guerra del Golfo.
Croacia aceptó ayer ayudar militarmente a Bosnia-Herzegovina y a la Federación croata-musulmana, de la ex república yugoslava para defenderla de la "agresión. serbia", especialmente en la región de Bihac, en el noroeste de Bosnia, considerada como zona segura de la ONU, según un comunicado conjunto difundido anoche en Split. Este acuerdo fue suscrito al término de la entrevista que mantuvieron ayer en esa ciudad portuaria dálmata el presidente croata, Franjo Tudjman, y su homólogo, bosnio, Alia Izetbegovic.
Las esperanzas de que representantes del Kremlin y del general checheno Dzhojar Dudáiev firmaran un comunicado político conjunto que significara el fin definitivo de la guerra no se hicieron realidad ayer: el obstáculo sigue siendo el estatuto de la pequeña república norcaucásica que declaró unilateralmente su independencia en noviembre de 1991. Los separatistas, por el momento, se niegan a aceptar una fórmula que deje en claro que Chechenia forma parte de la Federación Rusa.
La marginación y el paro dan rienda suelta a una xenofobia hasta ahora desconocida en el país vecino
La muerte de dos jóvenes, de 19 y 21 años, asesinados a tiros en la madrugada del pasado domingo en Lisboa ha reavivado la polémica acerca de la violencia racista en Portugal. Ambos eran negros, y los testigos del tiroteo no consiguieron averiguar el color de la piel de los asesinos, ocultos tras sus cascos de motociclistas.