El alegato humanista de los Nobel
Con gesto cansado, Tomas Tranströmer escuchaba ayer en la ceremonia de entrega de los premios Nobel en Estocolmo el elogioso discurso de su amigo de juventud, Kjell Espmark, miembro de la Academia Sueca. Nunca parecieron cómodos ni él ni su poesía entre las estrechas fronteras del frac y otros protocolos.