Josep Cisquella, la exactitud turbada de un pintor
Ni las cuatro canas ni las múltiples dioptrías lo hacían raro. Lo hacían único, en cambio, el humor socarrón y el don de la caricatura verbal, la simpatía sin aspavientos y las ganas de ser feliz y hacer felices a los demás, y la primera Fina Caus, "la meva companya de viatges pel món i del viatge per la vida". Nadie hubiera dicho que ese señor tan alto y de movimientos de mucho desplazamiento, nacido en Barcelona en 1955 y que no superó en la noche del pasado jueves el posoperatorio de una intervención de corazón, era ingeniero industrial y había sido profesor nada menos que de Estadística en la Politécnica de Barcelona.