Las señales de alarma siguen encendiéndose. La crisis se extiende con rapidez por el conjunto de la economía, y lo que empezó como la combinación de las turbulencias financieras internacionales con el sonoro reventón de la burbuja inmobiliaria en España ha acabado tiñendo de rojo el conjunto de la economía.
Los precios comienzan a hacerse eco de la atonía económica. Tras un año de escalada alcista, la inflación ha dado muestras de agotamiento en agosto, con un descenso que sitúa la evolución anual en el 4,9%. Aunque el dato sigue siendo elevado, supone una mejora respecto al 5,3% de julio.
No se salvan ni los beneficios de los bancos. Los días de ganancias récord y crecimientos de dos dígitos parece que se han terminado. En el primer semestre del año, el resultado atribuido a los grupos bancarios españoles ascendió a 9.712 millones de euros, frente a los 9.825 millones del mismo periodo de 2007.
El sector inmobiliario no logra detener la sangría de ventas, que en junio tocaron fondo. Se registraron 47.511 transacciones, un 29,6% menos que en el mismo mes del año anterior, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).