La llegada de la alta velocidad a Barcelona
El tren salió puntual y llegó incluso con unos minutos de adelanto sobre el horario previsto. Eran los primeros convoyes de la línea de AVE entre Madrid y Barcelona. Partieron simultáneamente de Atocha y Sants a las 6.00. El que salió de Madrid llegó a Barcelona a las 8.35 y el de Sants paró en Atocha a las 8.34.
La azafata desliza un cotilleo junto a la puerta del tren. "Nos habían dicho que venían Esperanza [Aguirre] y Montilla [José], pero yo no los veo", revela. Sólo es un rumor. Ni la presidenta de la Comunidad de Madrid ni el de la Generalitat dan señales de vida.
O era porque el AVE estaba lleno o porque tenían el billete de avión desde hacía tiempo o porque, sencillamente, no se fiaban de que, por fin ayer, el AVE saliera de Sants. Quizá fue casualidad, pero ninguno de los pasajeros que tomaron ayer el primer puente aéreo (6.55 horas) desde El Prat a Madrid mostró pasión alguna por el avión.
El AVE ha llegado con retraso, con 12 años de retraso, pero con ganas. Con la vocación de comerse entre el 40% y el 60% del tráfico aéreo del corredor Madrid-Barcelona, que es ni más ni menos que la ruta más transitada del mundo entre dos aeropuertos: espera transportar 6,1 millones de pasajeros este año, frente a los 4,7 millones que tomaron el avión el año pasado.
El Gobierno catalán ha decidido sumarse a la batalla iniciada por los empresarios catalanes por la posible fusión entre Iberia y Spanair. El nuevo culebrón en torno al aeropuerto de El Prat está servido, y el nuevo frente ante el Ministerio de Fomento, también porque su titular, Magdalena Álvarez, no ha puesto a priori pegas a las intenciones de Iberia de merendarse Spanair.
Convergència i Unió (CiU) rozó ayer el ridículo al perder una votación en el Parlament por la inexperiencia de su portavoz, Oriol Pujol, y por la impuntualidad de 11 de sus 48 diputados. Los nacionalistas vieron frustrada por errores propios la votación que ellos mismos habían impulsado para pedir el reconocimiento de Kosovo por parte de Naciones Unidas. La moción ni llegó a votarse.
El Parlament se convirtió ayer en un campo de batalla electoral a 24 horas del inicio oficial de la campaña de las generales. El hemiciclo fue testigo de una bronca espectacular entre los diputados después de que Esquerra Republicana acusara a Convergència i Unió de querer comprar la presidencia de la Generalitat a cambio de dar sus votos a José Luis Rodríguez Zapatero tras el 9-M.
A los diputados de CiU ayer les hervía la sangre. No podían creer que el presidente del Parlament, el republicano Ernest Benach, tolerase que el diputado de su mismo partido Joan Ridao utilizara la sesión de control al Gobierno, en la que debía formular una pregunta al presidente, para lanzar una andanada contra Artur Mas. Ridao no formuló la pregunta y al final de la sesión optó por hablar con Mas. Éste le volvió la cara mientras los diputados de CiU le conminaban sonoramente a marcharse.
Agredir a un médico o intimidarle es un delito de atentado y es equiparable a si la víctima fuese un policía. Lo acaba de sentenciar el Tribunal Supremo, que ha condenado a un año de prisión a un paciente por este delito, en contra del criterio de la Audiencia de Girona, que sólo condenó por lesiones y absolvió por el delito de atentado.
Más problemas para la Biblioteca Provincial de Barcelona. El descubrimiento de una galería de servicios de la estación de Francia de difícil traslado en el solar cedido por la ciudad al Ministerio de Cultura -entre la estación y el paseo de la Circumval-lació-, ha paralizado de nuevo el proyecto.