TALENTOS
Entre plantas alucinógenas y ritos ancestrales
La paciente, inmóvil como una estatua inca, deja que el curandero chupe con fuerza el mal desde su tabique y su nuca, para luego escupirlo sobre el suelo de tierra de su cabaña. Lucio Muñoz tiene 80 años, vive en el pueblo amazónico de San Francisco y procede de una estirpe de chamanes shipiba, que llega hasta donde puede la memoria.