Menores dañados más allá del abuso
J. MAYORDOMO | Sevilla
Como se lo cuentes a tu madre, la mato..., me amenazaba. Yo era una niña, y él era mi padre. Cuando al fin lo denuncias, todos te dan la espalda, nadie te cree y te tiran como a una muñeca rota... Si somos las víctimas, ¿por qué lo perdemos todo? Perdemos al padre y a los abuelos; a los primos, a los amigos... Ni los jueces nos creen".