Ansia de desquite en el Roma
La venerable aparición del papa Juan Pablo II, encorvado sobre sí mismo, su voz apenas audible, sumergido en un sillón en su recóndita residencia veraniega de Castelgandolfo, a las afueras de Roma, paralizó ayer al Real Madrid en la víspera de enfrentarse al Roma en el estadio Olímpico (20.45, TVE-1). Nadie aplaudió al ver al Pontífice y el mismo silencio se registró cuando desapareció. Nadie cumplió con lo que, según los medios acreditados en el Vaticano, es parte del protocolo para saludar al anciano. No fue por falta de educación, sino, al parecer, por un exceso de reverencia.