Ir al contenido

Muere un segundo migrante baleado en la oficina del ICE en Dallas tras días hospitalizado

La Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos confirma la muerte de Miguel Ángel García Hernández, ciudadano mexicano, que resultó herido en el ataque del pasado miércoles

La Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC) confirmó la mañana de este martes la muerte de un segundo migrante que resultó herido en el tiroteo contra una oficina de inmigración en Dallas, Texas, el pasado miércoles. Miguel Ángel García Hernández, mexicano de 32 años, pasó días hospitalizado con múltiples balazos que le destrozaron el cuerpo. Su muerte se suma a la de Norlan Guzmán Fuentes, salvadoreño de 37 años que murió en la escena de la balacera. Un tercer migrante, José Andrés Bordones Molina, venezolano, también recibió disparos.

Según un comunicado de prensa de LULAC, García falleció a causa de sus heridas tras ser retirado del soporte vital en el Hospital Parkland. El hombre recibió al menos ocho disparos durante el tiroteo de la semana pasada. “Mi esposo Miguel era un buen hombre, un padre cariñoso y el sustento de nuestra familia”, dijo la esposa del migrante, Stephany Gauffeny. El Gobierno aún no ha confirmado la segunda muerte.

García llegó a Estados Unidos con 13 años. Ya adulto, se casó con Gauffeny, tuvo hijos, y trabajaba como pintor. La pareja espera un quinto hijo, que está a punto de nacer. El hombre estaba en medio de trámites para conseguir la ciudadanía a través de su esposa. Sin embargo, el 8 de agosto fue arrestado por conducir bajo efectos del alcohol y al día siguiente pasó a custodia de las autoridades migratorias. Estaba en el país ilegalmente y había sido condenado por dar información falsa, evadir un arresto, manejar ebrio y huir de la policía.

El migrante recibió varios disparos. Las balas atravesaron su uretra, coxis y hombro. La más peligrosa le alcanzó una arteria en el cuello que conecta con el cerebro. Su estado era tan grave que los médicos no estaban seguros de que sobreviviera la primera noche. Cuando a Gauffeny le permitieron verlo por primera vez en el hospital, encontró a su esposo con los brazos atados a la cama del hospital y los pies esposados. Protestó. Un funcionario del ICE dijo que podían quitarle las esposas temporalmente, pero solo para ser reemplazadas con bridas plásticas.

Según Gauffeny ha denunciado, el ICE le permitía solo cuatro horas diarias de visita. Dos horas en la mañana, y dos en la tarde. Los agentes permanecían en la habitación durante cada encuentro. Gabriela Gauffeny, hermana de Stephany, ha organizado una campaña en GoFundMe para cubrir los gastos médicos y familiares del ahora fallecido.

Antes de las siete de la mañana del pasado miércoles, Joshua Jahn, un estadounidense de 29 años, disparó contra las oficinas del ICE en Dallas y se suicidó. Por una nota que dejó, las autoridades supieron que el pistolero pretendía “causar verdadero terror” a los agentes de inmigración, aunque ninguno de ellos resultó baleado en el suceso.

Casi una semana después, la información que el Gobierno ha proporcionado acerca del ataque ha sido mínima y ha llegado a cuentagotas. La Administración Trump se ha enfocado, en cambio, en victimizar a los agentes de inmigración y a enmarcar el suceso en una campaña de ataques contra la agencia a cargo de llevar a cabo “la deportación más grande de la historia” prometida por el presidente. Poco se ha hablado de los migrantes impactados y sus familiares, quienes en los últimos días han relatado el dolor y la incertidumbre que viven tras el ataque.

El sábado, Trump informó de su orden de enviar tropas y usar “la fuerza total” para proteger la ciudad de Portland (Oregón) y, en particular, las instalaciones del ICE, supuestamente asediadas por “Antifa y otros terroristas domésticos”. A falta de evidencia de ataques o disturbios en la ciudad del noroeste estadounidense, muy conocida por ser un bastión progresista, el ataque letal de Dallas sirvió como la prueba de la necesidad de desplegar a los militares. Es la cuarta ciudad que recibirá soldados nacionales en lo que va de este segundo mandato del republicano, después de Los Ángeles, Washington y Memphis.

El Departamento de Seguridad Nacional todavía no ha confirmado públicamente las identidades de los dos detenidos que resultaron heridos, ni que uno de ellos ya murió. El lunes, publicó un comunicado confirmando la muerte del salvadoreño: “Norlan Guzmán Fuentes, de 37 años, mientras se encontraba bajo la custodia del ICE, sufrió una herida de bala mortal, sin sentido y trágica durante un ataque sin sentido de un francotirador contra la oficina local del ICE en Dallas. Guzmán era un inmigrante ilegal procedente de El Salvador que fue detenido por el ICE a partir de una denuncia de las fuerzas del orden locales”. Sobre el suplicio de los familiares de las víctimas, incluida una ciudadana estadounidense, el Gobierno no se ha pronunciado.

La demora de casi una semana para publicar los nombres y las condiciones de los detenidos que resultaron heridos en el ataque ha generado indignación entre los familiares y el público en general. Las autoridades tampoco han respondido a las preguntas de la prensa. Durante el fin de semana se celebraron vigilias por el mexicano García a ambos lados de la frontera, así como en apoyo a las otras víctimas y sus familias.

Los familiares de Guzmán, en El Salvador, han rellenado algunos vacíos que han dejado las autoridades. De acuerdo a sus testimonios, antes de su detención por las autoridades migratorias, este trabajaba como jardinero, había vivido en Florida y se mudó a Dallas tras haberse visto involucrado en delitos menores, como pelear en un bar. Enfrentaba una deportación inminente y ya había decidido regresar de manera voluntaria a Jiquilisco, su pueblo natal. En declaraciones a Univision, sus hermanas contaron que planeaban recibirlo con sopa de gallina, como él quería, pero ahora deben preparar su entierro.

Mientras tanto, en San Luis Potosí, México, María Hilaria García, que fue deportada desde Estados Unidos dos meses antes del tiroteo, contaba hace días la situación de su hijo herido antes de que falleciera. “Un balazo le entró aquí por el cuello y le salió por la cabeza y tocó partes del cerebro”, explicaba a medios mexicanos. Hilaria estaba pidiendo una visa humanitaria para regresar a Texas y acompañar a su hijo antes de que muriera.

Sobre la tercera víctima, José Andrés Bordones Molina, no hay muchos detalles disponibles. Tiene antecedentes por robo de propiedad y una infracción de tránsito. Las autoridades confirmaron que el venezolano resultó herido en el ataque y permanece hospitalizado, pero su familia no ha hecho declaraciones públicas.

Más información

Archivado En