¿Debe la bandera mexicana ondear en las protestas contra Trump?

Una nueva generación de activistas debate en las redes sobre si la presencia del símbolo beneficia o no en la lucha contra las medidas del republicano

Un par de manifestantes ondean sus banderas en una protesta en Los Ángeles, California, el pasado 3 de febrero. Daniel Cole (REUTERS)

Cuarto día consecutivo de protestas en Estados Unidos. Cientos de personas han marchado este miércoles en las calles de Phoenix, Denver, Washington D.C. y Los Ángeles, entre otras ciudades, en repudio a las políticas de Donald Trump. Entre las pancartas contra el republicano y las consignas que se gritan, hay una presencia invariable en las manifestaciones: la bandera de México. Ondeando en varias de las principales ciudades del país, la insignia ha recuperado un viejo debate en los nuevos tiempos de miedo y xenofobia promovidos por la Casa Blanca. ¿Es esta benéfica o contraproducente para quienes se manifiestan contra el trumpismo?

Los principales ataques han llegado de la prensa aliada de Trump. “La policía de Los Ángeles entrega las calles a los manifestantes con banderas mexicanas”, decía Breitbart esta semana en una historia en la que mostraba su decepción ante la pasividad de las autoridades locales ante las protestas.

Otro medio radical, The Washington Examiner, calificó las marchas de “proinmigración ilegal”. “Evidentemente, la mejor forma que se les ha ocurrido para convencer a la gente de que los inmigrantes ilegales deben ser estadounidenses porque hacen mejor este país es ondear una bandera de una nación extranjera que está exportando fentanilo y narcotraficantes a través de la frontera”, señalaba uno de sus analistas.

El columnista, Zachary Faria, obviaba el hecho de que muchos de los manifestantes que están saliendo a las calles son ciudadanos estadounidenses. Las convocatorias a las marchas, difundidas y viralizadas en las redes sociales, piden a los sin papeles quedarse en casa para no exponerse a ser detenidos en una redada masiva. Las protestas tienen nutridos grupos de inmigrantes de segunda o tercera generación.

No solo la derecha radical ha subrayado la presencia de las banderas. “¿En serio crees que ondeando miles de banderas de México, Honduras, Guatemala, El Salvador o Venezuela en medio de ciudades de Estados Unidos va a cambiar la opinión pública a favor de nuestra gente?“, preguntaba recientemente el influencer Carlos Eduardo Espina a sus 12 millones de seguidores en TikTok. ”Va a generar opinión negativa. La persona promedio en este país va a pensar qué carajos está pasando", aseguró en un video con más de 100.000 likes y 13.000 comentarios.

Los dichos de Espina, un activista por los derechos de los inmigrantes radicado en Texas, impulsaron una discusión. “La gente ha salido con sus banderas es porque sienten que su cultura ha sido atacada... Estos jóvenes, hijos de padres mexicanos, están respondiendo porque Trump y la supremacía blanca los quiere deportar, quiere eliminar esas culturas de este país”, respondió Danny Díaz, un mexicoamericano que vive en la frontera de Texas con México.

Manifestantes caminan en una de las autopistas de Los Ángeles, el domingo 2 de febrero. Joel Angel Juarez (REUTERS)

Al menos en el sur de Estados Unidos, la bandera mexicana guarda un simbolismo histórico. David Correia, un profesor de Estudios Americanos de la Universidad de Nuevo México, la considera un símbolo de resistencia desde finales del siglo XIX. En 1848, México perdió una tercera parte de su territorio en la guerra contra Estados Unidos. El tratado resultante del conflicto, el Guadalupe Hidalgo, contemplaba que los mexicanos de Nuevo México, Arizona y California serían reconocidos como ciudadanos estadounidenses. La promesa no fue cumplida. Muchos fueron víctimas de expropiaciones ilegales de tierra y de discriminación.

Los grupos de nuevos activistas, más jóvenes, se han enfrentado al mismo dilema que defensores de derechos humanos tuvieron por décadas, el uso de la bandera en un clima cultural antiinmigrante y antimexicano. Con 37, 2 millones, los mexicanos son el grupo más grande entre los hispanos que radican en Estados Unidos. Tan solo en el condado de Los Ángeles viven unos 3,2 millones de mexicoamericanos.

Uno de estos, Fernando Ayala, originario del Estado de Michoacán, vendía este miércoles banderas frente al Ayuntamiento de Los Ángeles, la zona que se ha convertido en el epicentro de las protestas contra Trump en la ciudad californiana. “Todos somos seres humanos y necesitamos igualdad y respeto”, aseguró el vendedor callejero, quien dejaba sus banderas a mitad de precio a los estudiantes. Pedía por ellas entre 5 y 40 dólares, dependiendo el tamaño. Otro vendedor, Cristian, guatemalteco, ofrecía su bandera más grande hasta en los 100 dólares. En su carrito llevaba insignias de Guatemala, El Salvador y Estados Unidos.

Orgullo por la identidad

El diplomático Carlos González Gutiérrez, el cónsul de México en Los Ángeles, cree que es un error abordar el problema en si los manifestantes muestran alianza o no a Estados Unidos con el uso de otras banderas. “Es un símbolo de la cultura que les da identidad y de las raíces de donde provienen, pero ellos son, en lo fundamental, ciudadanos estadounidenses que han vivido toda su vida en este país y que no tienen ninguna necesidad de irse nunca de su país. Cargan con esas banderas por hacer explícito el orgullo por su identidad”, señala.

Las banderas mexicanas también ondearon a manera de protesta en la primera presidencia de Trump. Pero hay que remontarse a 1994 para encontrar otro momento de gran peso político. El 16 de octubre, miles de personas sacaron la insignia tricolor a las calles de Los Ángeles para repudiar la Proposición 187, promovida por el gobernador Pete Wilson. Esta negaba a los indocumentados y a sus hijos el acceso a los servicios públicos de salud y educación, entre otros muy importantes, como las licencias para conducir. La medida fue aprobada en las urnas por los californianos, pero fue derribada por los tribunales.

Décadas después, aquella serie de movilizaciones son consideradas el despertar político de los latinos en California. Los Ángeles es hoy, junto a otras muchas ciudades, un oasis en la protección a los indocumentados. Pero su pasado de persecución a las minorías es largo.

Durante la Segunda Guerra Mundial, las juventudes latinas que vestían los llamados trajes zoot, ropas holgadas tomadas de las comunidades negras, eran mal vistas por los blancos. Para ellos, vestir así era un exceso y un símbolo antipatriótico. Las tensiones entre los grupos hispanos, conocidos como pachucos, y los angelinos blancos, especialmente quienes hacían su servicio militar, hizo ebullición en el verano de 1943.

Se registraron entonces varios ataques a jóvenes chicanos, quienes eran golpeados e insultados por sus ropas. La policía toleraba muchas de estas golpizas. Cuando intervenía, era para detener a las víctimas. Al episodio se le conoce en la historia local como los disturbios de los Zoot Suits. Ochenta años más tarde, la ropa ya no provoca polémica. Las banderas sí.


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