Copa América en Estados Unidos: un matrimonio con el fútbol que solo se sostiene en Messi
Las dimensiones y campo de los estadios marcan la primera fase del torneo. El 10 argentino sigue como la gran figura pese a su golpeado estado físico
Tal vez con el tiempo se encienda la química, pero la primera mitad de la Copa América 2024 dejó nuevas señales de un desamor ya tradicional: el vínculo entre el fútbol masculino y Estados Unidos todavía tiene más de matrimonio por conveniencia que de relación sentimental. Tentado por un enorme mercado económico a explotar, el torneo más antiguo de selecciones dejó su histórica casa en Sudamérica y se mudó a los impactantes estadios de fútbol americano al norte del río Bravo, ...
Tal vez con el tiempo se encienda la química, pero la primera mitad de la Copa América 2024 dejó nuevas señales de un desamor ya tradicional: el vínculo entre el fútbol masculino y Estados Unidos todavía tiene más de matrimonio por conveniencia que de relación sentimental. Tentado por un enorme mercado económico a explotar, el torneo más antiguo de selecciones dejó su histórica casa en Sudamérica y se mudó a los impactantes estadios de fútbol americano al norte del río Bravo, un ensayo para el Mundial 2026 que en la primera ronda sumó no pocos puntos en rojo, dentro y fuera de los escenarios.
A los campos de juego con medidas en el límite mínimo de lo reglamentario y el césped en tan mal estado que provocó lesiones y críticas de los jugadores y entrenadores, en lo deportivo se le sumó el fracaso del equipo local, relegada en su grupo por un histórico como Uruguay pero también por un advenedizo como Panamá, una selección de tercer orden mundial. Símbolo de esa falta de cultura futbolística, las tribunas del estadio de Kansas no estaban llenas en el partido que rubricó la eliminación estadounidense, ante la Celeste.
Al menos tras la ronda inicial, que finalizó este martes, y antes de los cuartos de final, que arrancarán este jueves, la Copa América de Estados Unidos se sostiene en Lionel Messi. Aún lesionado, ausente un partido –ante Perú- y con 37 años recién cumplidos, el 10 argentino es en Estados Unidos una figura más convocante que las 16 selecciones que iniciaron la competencia. También su selección, vigente campeona del mundo y defensora del título continental, queda detrás del capitán, aceptado como una leyenda deportiva, no solo del fútbol, por el público estadounidense.
En nombres mucho más lejanos para los aficionados locales, por ahora hubo poco de Vinicius y menos de Endrick, la nueva joya del Real Madrid, atrapados en una desconcertante Brasil, que terminó segunda en su grupo detrás de la Colombia del renacido James Rodríguez. Al pentacampeón del mundo, además, le espera el sábado un cruce bravo en cuartos de final, ante la Uruguay de Marcelo Bielsa. El equipo de Dorival Júnior encima no podrá contar con Vini, suspendido por acumulación de amonestaciones –ni con Neymar, claro, todavía en recuperación de la rotura de ligamentos que sufrió en octubre-.
A partir de sus últimos avances –en el masculino, porque en el femenino nunca dejó de ser potencia mundial-, el fútbol es cada vez menos soccer en Estados Unidos pero mantiene sus propias reglas, difíciles de entender en otras geografías. Este miércoles, en plena Copa América, se jugó la 23ª fecha de la MLS, la liga local que siguió su curso con naturalidad, indiferente a que el país sea sede de un torneo en el que participa su propia selección. Ya en Houston, a la espera del partido de Argentina ante Ecuador de este jueves por los cuartos de final, Messi tuvo que seguir a la distancia la visita de su equipo, Inter Miami –puntero en la zona A-, a FC Charlotte.
Salvo en materia económica –como ocurre también con los países árabes-, el fútbol le da más a Estados Unidos de lo que Estados Unidos le da al fútbol. Para los Mundiales de Clubes en 2025 y de selecciones en 2026, la FIFA deberá tomar nota de esta experiencia ambivalente de la Conmebol. Once de los 14 estadios de la Copa América son de fútbol americano, un deporte que se practica en terrenos más largos pero más angostos: 110 metros de largo por 49 de ancho. Traspasados al fútbol para que calcen con fórceps entre las tribunas, los campos de juego de la Copa América miden 100x64, el mínimo permitido por la FIFA. El Mundial de Qatar 2022 se jugó en escenarios de 105×68, las medidas que requiere la Premier League, una diferencia que los jugadores y entrenadores advierten hasta en los saques laterales, reconvertidos en tiros de esquina lanzados con la mano.
Las quejas también se multiplican contra el terreno de la mayoría de los campos de juego, algunos con césped sintético, otros natural, pero en ambos casos lejos del ideal. “Cambiaron el césped hace dos días y, para el espectáculo, no está bueno. No está apta para estos jugadores”, cuestionó Lionel Scaloni, el técnico de Argentina. “Los jugadores dijeron que la pelota no corría y en otros sectores pasaba lo contrario. Es una cosa rara, una mezcla de sintético”, coincidió Néstor Lorenzo, entrenador de Colombia. Otro DT, Jorge Fossatti, de Perú, dijo que la lesión que sufrió el defensor Luis Advíncula se debió al piso: “No es un césped normal que nace y crece, sino uno que traen de afuera”.
Al calor extremo que provocó el desmayo de un árbitro asistente en el Perú-Canadá jugado en Kansas se le suman cuestiones estéticas, aunque propias de la tradición del fútbol, como la ubicación de las cámaras de televisión en algunos partidos, transmitidos desde ángulos poco ortodoxos. En donde la organización estadounidense no tiene responsabilidad, sino la Conmebol, es en el VAR, todavía usado de manera analógica, sin la tecnología automática que puede verse en la Eurocopa: el trazado de rayas para determinar posiciones adelantadas despertó enormes polémicas en muchos partidos, incluso en perjuicio de Estados Unidos y Brasil.
Aun así, la gran cuenta pendiente con la justicia deportiva de esta Copa América es el fixture, armado con dos llaves diferentes y sin contacto entre sí: los países de las zonas A y B, aunque salieran segundos, tenían garantizado no cruzarse con las selecciones de los grupos C y D. El sistema parece inspirado en el modelo de las conferencias este y oeste de la NBA, cuyos ganadores recién se enfrentan en la definición por el título. A falta de una explicación oficial, parece evidente que la Conmebol intentó evitar que Argentina y Messi se crucen con Brasil antes de la final.
Además de la eliminación de Estados Unidos, la primera ronda dejó el adiós temprano de México, una pérdida menos sentida desde el juego que desde la atmósfera: en una Copa con inmensa mayoría de inmigrantes latinos en los estadios, el público del tricolor garantizaba tribunas llenas. En contraste también con Chile y Perú, que se fueron sin convertir ni siquiera un gol, la sorpresa de la primera fase –junto a Panamá- fue Venezuela, líder de su grupo y con tres triunfos consecutivos, al igual que Uruguay y Argentina.
Ya en cuartos de final, este jueves jugarán Argentina-Ecuador, el viernes se enfrentarán Venezuela-Canadá y el sábado habrá doble duelo, Colombia-Panamá y el esperado Brasil-Uruguay. Quedan ocho selecciones pero, sobre todo, un jugador, Messi, el salvador de esta Copa. Los pastores evangélicos a los que la Conmebol recurrió para bendecir el torneo el día de la inauguración, Adolfo y Emilio Agüero Esgaib, deberían rezar por su físico.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.