El PRI abre la puerta a los pactos con Morena en el Congreso
El presidente del partido tricolor, muy cuestionado tras la debacle en las gobernaturas, acepta el guante lanzado por López Obrador para apoyar las reformas constitucionales del Gobierno
Mano tendida al PRI. Los nuevos equilibrios de poder configurados por los comicios del domingo han convertido a los 69 diputados priistas en el nuevo objeto de deseo de Andrés Manuel López Obrador. A Morena no le basta con sus socios para alcanzar la mayoría calificada, tres cuartas partes de los 500 escaños de la Cámara, necesaria para abrir la puerta de las ref...
Mano tendida al PRI. Los nuevos equilibrios de poder configurados por los comicios del domingo han convertido a los 69 diputados priistas en el nuevo objeto de deseo de Andrés Manuel López Obrador. A Morena no le basta con sus socios para alcanzar la mayoría calificada, tres cuartas partes de los 500 escaños de la Cámara, necesaria para abrir la puerta de las reformas constitucionales, el caballo de batalla del presidente de cara a la segunda parte de su mandato.
Con la nueva aritmética, la bancada del PRI, el histórico partido mexicano que se presentó a las elecciones dentro de la inédita alianza electoral -junto con el PAN y el PRD- de todos contra Morena, ya ha comenzado a escuchar los cantos de sirena para votar a favor de las grandes reformas en el Congreso. Algo que ya ha sucedido en alguna ocasión durante el primer tramo del sexenio.
La dirección del PRI, cuestionada internamente y debilitada tras la debacle en la contienda por las gobernaturas, ha respondido recogiendo el guante del presidente. “Se construye el bloque opositor para tener una agenda conjunta, eso no deja de lado que el PRI tenga una agenda propia y que nosotros nos sentemos a dialogar con el Presidente de la República y el Gobierno Federal”, dijo este martes el presidente del partido, Alejandro Moreno, a la salida de una reunión conjunta entre las direcciones de las tres formaciones opositoras.
La oferta había llegado por la mañana, durante la rueda prensa matutina del presidente en el Palacio Nacional. “Si se quisiera tener mayoría calificada, que son dos terceras partes, se podría lograr un acuerdo con una parte de legisladores del PRI, porque no se necesitan muchos para la reforma constitucional”, lanzó López Obrador. Morena y sus socios, Partido Verde y Partido del Trabajo, suman juntos 279 escaños. Por encima de la mayoría absoluta, suficiente para sacar adelante el proceso legislativo ordinario, como la aprobación de los presupuestos generales, o la canalización de fondos y subsidios.
Morena mantuvo la mayoría con aliados, pero perdió un 20% de curules en el Congreso. Y sobre todo, se quedó muy lejos de la mayoría calificada (el umbral de los 333) necesarios desatascar medidas como la reforma eléctrica o el rescate de Pemex, suspendidas en los juzgados. O cambios de mayor calado aún en el sector energético o en la legislación electoral. Las claves de bóveda sobre las que López Obrador pretende reconfigurar el andamiaje institucional y productivo del país.
Cualquier cambio del texto constitucional queda, por tanto, a expensas de la negociación con la oposición durante los siguientes tres años. Ya era así con la anterior configuración parlamentaria, aunque la alianza oficialista sumaba 323 y estaba más cerca el umbral de los tres cuartos. De hecho, durante los proyectos lanzados desde Palacio Nacional que necesitaron reformas constitucionales, esos nueve escaños que les faltaban fueron habitualmente respaldados por diputados del PRI.
En 2019, la ley que inauguraba la Guardia Nacional, reforma de 13 artículos constitucionales mediante, fue apoyada por prácticamente la totalidad de la bancada priista. Mientras algunos socios de la alianza oficialista se abstuvieron e incluso diputados morenistas prestaron reservas al proyecto, 42 de los 48 miembros del grupo parlamentario priista. Lo mismo sucedió en abril de este año con la polémica extensión de mandato del presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar. La aprobación exprés de la norma en las dos cámaras contó también con el apoyo priista en el Senado, a pesar de las fuertes críticas del PAN y el PRD, sus futuros socios en la alianza electoral de este domingo.
Un pacto sin precedentes. En los comicios de 2018, el PRI decidió no integrarse al frente contra Morena, pero la debacle de aquella contienda, donde registró sus peores resultados históricos, empujó a los dos principales antagonistas del sistema de partidos mexicanos desde la apertura democrática (PAN y PRD) a una alianza insólita. El pacto funcionó en el Congreso donde las tres fuerzas subieron con una crecida en total de más del 40%, hasta los 197 escaños, haciendo avanzar al polo opositor en su reconfiguración tras la debacle de hace tres años.
La cruz llegó sin embargo en la contienda local. Va por México no logró la victoria en ninguna de las 11 de las 15 gubernaturas en las se presentaron juntos. Los resultados fueron especialmente duros para el PRI, que perdió ocho territorios. Todos a favor de Morena y sus socios. Algunos de ellos, como Colima y Campeche, feudos históricos del priismo. El varapalo ya ha hecho retumbar los cimientos de la cúpula del partido, con las primeras críticas internas que incluso piden la renuncia del presidente, Alejandro Moreno.
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