La tragedia de la Línea 12 del metro eleva el tono político en la recta final de la campaña
El Gobierno y la oposición intercambian reproches que apuntan al círculo cercano de López Obrador
Los desastres tienen la capacidad de exhibir al pueblo y retratar al político. Es sabido que el expresidente Miguel de la Madrid no volvió a levantar cabeza tras su triste papel en las horas posteriores al terremoto de 1985. Primero se escondió y cuando reapareció lo hizo cargado de soberbia para rechazar la ayuda internacional y prohibir la participación del Ejército en los rescates. De aquella orfandad nace la catastrófica solidaridad que el mexicano lleva grabada en el ADN y volvió a exhibir la madrugada del martes.
Desde que a las 22.23, ...
Los desastres tienen la capacidad de exhibir al pueblo y retratar al político. Es sabido que el expresidente Miguel de la Madrid no volvió a levantar cabeza tras su triste papel en las horas posteriores al terremoto de 1985. Primero se escondió y cuando reapareció lo hizo cargado de soberbia para rechazar la ayuda internacional y prohibir la participación del Ejército en los rescates. De aquella orfandad nace la catastrófica solidaridad que el mexicano lleva grabada en el ADN y volvió a exhibir la madrugada del martes.
Desde que a las 22.23, cuando los dos vagones se clavaron como una flecha en el concreto, los vecinos de Tláhuac se echaron a la calle. Unos utilizaban sus vehículos para trasladar heridos, otros llevaban agua y otros gritaban a los escombros “que resistieran tantito”.
Ocho horas después, el presidente Andrés Manuel López Obrador, acompañado del canciller Marcelo Ebrard y la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, se refirió al tema durante la mañanera. Pero mandó un abrazo a las víctimas y criticó a la prensa. Escoltado por sus dos posibles sucesores, la mañanera fue un rosario de excusas lleno de lugares comunes: “habrá transparencia”, “se llegará al fondo”, “no habrá impunidad”. Sheinbaum, de riguroso negro, daba explicaciones y Ebrard, responsable del Gobierno de la Ciudad de México durante la construcción de la maldita Línea 12, pronunció la peor frase posible para alguien señalado: “Estoy a disposición de las autoridades”. A esa hora, las siete de la mañana, la avenida Tláhuac y las calles Cocodrilo y Panal era un hervidero de ambulancias, bomberos, policías y madres intentando saber si su hijo era uno de los que estaban bajo los hierros.
Entre tanto despropósito, cuando los analistas tratan de explicar dónde reside la popularidad del mandatario, se olvidan decir que la oposición es peor. Miembros del Partido Acción Nacional (PAN) se fotografiaron en grupo con la mascarilla puesta frente a la tragedia como si se tratara de un grupo de amigos que llegan de ver la Champions League. Lo peor es que alguien pensó que era buena idea subir eso a las redes sociales. A un mes de las elecciones no querían infectarse de la covid-19 ni de sentido común. Y ese martes hubo Champions.
La fotografía fue la pincelada grotesca de lo que se cocía en Twitter desde el primer momento y hacia quien van dirigidos todos los dardos. Uno de los primeros en abrir fuego, Federico Döring, líder del PAN en la capital, acusó a la cúpula de Morena del desastre: “Esta es la realidad de la terrible gestión de Florencia Serranía [directora del Sistema de Metro]. Ya sabemos que el peritaje de la Fiscalía de la CDMX dirá que todo fue ‘fortuito e imprevisible’. Claudia Sheinbaum la solapará de nuevo. Pssst!! Marido Delgado [presidente de Morena y antiguo jefe de finanzas con Ebrard] ahí te hablan”, escribió en la red social. Otro iluminado escribió “atentado” y la palabra se convirtió en tendencia durante las primeras horas tras el desplome.
El accidente en la Línea 12 del metro, que ha dejado 25 fallecidos y más de 70 heridos hasta el momento, ha servido para agitar una batalla política que el PAN tenía perdida en la capital, pero que cobra vuelo con la tragedia. Al cruce de reproches entre este partido y Morena se suma el que sostienen Morena y el PRD. El ventilador del fango gira en torno a si el accidente es resultado de la corrupción en la Línea 12, construida durante la gestión de Ebrard y en la que el actual presidente del partido oficial, Mario Delgado, era jefe de Finanzas. O sí, por el contrario, es culpa de Miguel Ángel Mancera, el sismo de 2017 y la deficiente reconstrucción que se hizo posteriormente de la estructura dañada. El primero es un disparo a la línea de flotación de López Obrador, al ver señalado a su canciller y al presidente de su partido, y el segundo afecta al repudiado Mancera y a su jefe del Metro, Jorge Gaviño, hoy candidato del PRD a la alcaldía Gustavo A. Madero.
Precisamente Gaviño, cuando era director del metro en 2016, concedió una entrevista a este diario. Preguntado si utilizaba el servicio de transporte que él mismo gestionaba, Gaviño, que antes había trabajado en el Seguro Social, en la Lotería Nacional y en Pemex, respondió así: “Dentro no hay ningún riesgo. Como mucho que te roben la cartera o te manoseen. Yo me he subido en hora pico, me he guardado bien la cartera, y no pasa nada. Sales mentando madres: ‘Ay, me manosearon y no sé qué”. La capacidad de medir el peligro por los asaltos y no por la falta de mantenimiento de vagones y rieles es muy de quien usa el coche hasta para pasear.
Al intercambio politiquero respondió Sheinbaum con un “vamos con todo” y anunciando que se revisará al detalle el sistema completo de transporte. Con la tragedia ya digerida, este martes la jefa de Gobierno lanzó un guiño para sus antecesores: “El tema de fondo con la Línea 12 es que requiere de un mantenimiento diario, así la recibimos y así la hemos mantenido”. El riguroso negro velorio parecía el ‘basta ya’ a tanta frivolidad.
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