Un grupo de mujeres denuncia acoso y abuso sexual en los Scouts de México
Una encuesta en línea destapa más de 120 casos de mujeres que pasaron por la organización. La mitad de las denunciantes eran menores de edad cuando un adulto abusó de ellas
Karla, Ana y Erika se conocen desde hace años por los Scouts de México, un movimiento juvenil que busca educar a niños y jóvenes en valores como la fraternidad, la solidaridad y el cuidado de la naturaleza. Las tres chicas, cuyo nombre ha sido cambiado por miedo a represalias, afirman que sufrieron abusos por parte de sus superiores cuando estaban dentro del grupo de escultistas. Como ellas, más de 120 mujeres de todo México denunciaron a través de una encu...
Karla, Ana y Erika se conocen desde hace años por los Scouts de México, un movimiento juvenil que busca educar a niños y jóvenes en valores como la fraternidad, la solidaridad y el cuidado de la naturaleza. Las tres chicas, cuyo nombre ha sido cambiado por miedo a represalias, afirman que sufrieron abusos por parte de sus superiores cuando estaban dentro del grupo de escultistas. Como ellas, más de 120 mujeres de todo México denunciaron a través de una encuesta en línea que fueron víctimas de acoso y abuso sexual dentro de Scouts de México. “El 50% de las denuncias que recibimos fue por abuso sexual cometido por un adulto cuando la víctima era menor de edad”, dicen desde Clan Violeta, donde se integran antiguas y actuales miembros del movimiento scout que ha promovido la encuesta.
La agresión sexual más reportada se producía durante campamentos al aire libre, lejos de los padres, cuando la víctima estaba dormida, explica Clan Violeta. “Otro patrón muy repetido cuando eres más mayor, es en un ambiente de fiesta donde se aprovechan de las chicas cuando están dormidas o han tomado alcohol”, señalan. Las jóvenes reconocen que no se sienten seguras dentro de los scouts, pese a que aproximadamente la mitad de los integrantes son mujeres, porque “se encubre a los agresores, aunque tengan varias denuncias en contra”.
Decenas de jóvenes del Clan Violeta se manifestaron el sábado 20 de septiembre afuera de las oficinas de los Scouts de México para denunciar los abusos y el acoso en la agrupación. “Esto era lo que traía puesto cuando me violaron”, decía un cartel sobre una camisa de color verde con un pañuelo morado, el uniforme que llevan las niñas y niños entre 11 y 15 años. “Esto traía puesto cuando él me tocó”, rezaba otro mensaje en un uniforme amarillo, el que llevan los integrantes más pequeños, entre 7 y 11 años. Las jóvenes no fueron recibidas por ningún representante de la asociación. Scouts de México limpió en pocos minutos los restos de la protesta, las denuncias y los mensajes que quedaron en la pared, como si la pesadilla de cientos de niñas y mujeres pudiera borrarse con disolvente.
“Los acosos dentro del movimiento siempre han sido silenciados para que nadie se entere”, señala Ana. Erika le da la razón. Cuando tenía 17 años denunció a un superior por acoso. Su grupo le pidió pruebas de los tocamientos. “Viví un proceso de revictimización horrible, en redes todos sabían que había denunciado al tipo y me acusaban de mentir”, cuenta. Erika hizo la denuncia a través de Conecta, una plataforma de la organización para resolver quejas y casos de abuso. La chica afirma que desde la dirección nacional le dijeron que arreglara el problema directamente con su grupo.
A Karla, una noche mientras dormía en su tienda, un responsable le tocó el pecho por debajo de la camiseta. “Mi agresor era una persona que yo conocía desde chiquita, en la que yo confiaba, tenía ocho o diez años más que yo. Cuando conté lo que pasó, lo protegieron y no lo sacaron”, dice la joven, quien interpuso una denuncia penal contra su agresor.
Ana cuenta que siempre tuvo miedo de denunciar a su agresor cuando tenía 16 años porque era un superior, también mayor que ella. “Cuando nos quedamos dormidos, sentí su mano tocándome el pecho, tuve mucho miedo”, relata. El miedo que sintió durante la agresión se convirtió en miedo a que nadie le creyera. “Cada vez los tocamientos eran más fuertes y agresivos hasta que quiso desabrocharme el pantalón y meter su mano dentro. Me encerré en el baño hasta la mañana siguiente”, agrega. “No era consciente de lo que había pasado, pero sabía que estaba mal porque yo me sentía muy mal”, dice la joven.
Este diario contactó a Scouts de México para conocer su versión de los señalamientos. La organización evitó aclarar si abrirá una investigación interna para dar seguimiento a las denuncias y si tomará medidas contra los agresores. “Para nosotras y nosotros es y siempre será prioritario velar por la seguridad e integridad de las niñas, niños, adolescentes, jóvenes y personas adultas voluntarias que participan en nuestras actividades”, señala Scouts de México a través de un comunicado, enviado por correo electrónico. “Reiteramos nuestra apertura al diálogo para con la colectiva ‘Clan Violeta’ y con todas y todos los que se hayan pronunciado como víctimas de un abuso al interior de nuestra organización. Deseamos apoyarles y sumar esfuerzos para combatir las violencias en el Movimiento scout y así contribuir a dejar el mundo en mejores condiciones de cómo lo encontramos”, responden.
Desde Clan Violeta exigen la salida de los agresores de Scouts de México, un protocolo contra agresiones con perspectiva de género, acompañamiento legal y psicológico para las víctimas y capacitaciones anuales en materia de género para los responsables (conocidos como scouters). “No podemos permitir que haya abusadores en un movimiento en el que hay niños de por medio”, afirma la colectiva.
Fundada a principios del siglo XX por Robert Baden-Powell, la organización Boy Scouts llegó a México en 1926. Según su página web, uno de sus principios es “participar en el desarrollo comunitario con el reconocimiento y respeto a la dignidad humana. Formar el carácter de los jóvenes e inculcarles el cumplimiento de sus deberes religiosos, patrióticos y cívicos; disciplina, lealtad y ayuda al prójimo”. El pasado febrero, la agrupación en Estados Unidos se declaró en bancarrota, argumento que esgrimió para no dar seguimiento a la ola de denuncias por abuso sexual a menores que recibieron durante varias décadas.
Las jóvenes, fieles al movimiento y a la promesa que hicieron cuando eran niñas, aseguran que con sus denuncias protegen a sus compañeras y luchan por dejar una mejor organización que la que encontraron. “Lo que estamos haciendo es por las más pequeñas, por las que vienen detrás de nosotras. Porque muchas veces hemos sido silenciadas y nos han discriminado”, defiende Karla. “Hay un dicho que nos define: Una vez scout, siempre scout”, concluye Erika.