Gibrán Ramírez: “Nadie hacía nada para reparar a Morena”
El aspirante más joven a presidir el partido de López Obrador realiza una campaña presencial por todo el país y rechaza las acusaciones de sus rivales
Gibrán Ramírez (Ciudad de México, 1989) ha visitado 40 ciudades en su ambición de dirigir el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Este hijo de dos maestros con raíces chontales es el joven con más posibilidades en la competencia entre el centenar de candidatos. Desde hace días recorre de sur a norte el país en una camioneta Chevrolet 2015 que adquirió para la campaña. “Me la compré con mis ahorros y estoy financiando mi gasolina y mi hospedaje”, cuenta vía telef...
Gibrán Ramírez (Ciudad de México, 1989) ha visitado 40 ciudades en su ambición de dirigir el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Este hijo de dos maestros con raíces chontales es el joven con más posibilidades en la competencia entre el centenar de candidatos. Desde hace días recorre de sur a norte el país en una camioneta Chevrolet 2015 que adquirió para la campaña. “Me la compré con mis ahorros y estoy financiando mi gasolina y mi hospedaje”, cuenta vía telefónica desde Culiacán (Sinaloa).
El doctor en Ciencias Políticas por El Colegio de México se ha hecho un nombre en la política local gracias a sus columnas periodísticas y sus debates en las tertulias en los medios de comunicación. La opinión pública lo percibe, tras la victoria de Morena, como uno de los ideólogos naturales del partido de López Obrador. El protagonismo sin embargo le ha traído críticas. Sus rivales lo acusan de malversación de fondos al frente de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social (CISS), el organismo público que ocupó hasta finales de agosto. Ramírez ha rechazado estos señalamientos. El ataque entre los aspirantes ha sido el denominador común en la carrera, que será definida en octubre por una encuesta abierta a toda la población.
Pregunta. ¿Qué hay detrás de los ataques que ha recibido?
Respuesta. Hay dos cosas. Los que vienen de adentro es una especie de derecho de propiedad. Son dos grupos de amigos, que se pelearon, que viven en Tlalpan y Coyoacán y hacen tertulias, organizan el Instituto de Formación Política y sienten que por la cercanía con Andrés Manuel y el trabajo de estos años tienen un derecho sobre el futuro del partido. Es el caso de Pedro Salmerón. Había una expectativa de que mi candidatura fuera testimonial y como no lo está siendo sienten que soy una estrategia de alguien. Es el caso de Porfirio [Muñoz Ledo]. No solo llamó a [el senador] Germán Martínez. También llamó a miembros del Gabinete, quienes me pidieron no decir sus nombres, y anda buscando de quién soy o a quien respondo para pedirle que me baje. No concibe que alguien de 30 años tome una decisión política de presentarse a una elección. Hay una agenda externa, no sé de quién. A eso responden los ataques de Hernán Gómez, que son un compendio de chismes. No ha cuestionado ni el proceso ni a los otros aspirantes. De los punteros soy el único que ha pedido licencia a su encargo. Es curioso que me acuse de hacer campaña con recursos oficiales cuando soy el único que dejó esa fuente de ingresos. A los diputados Muñoz Ledo y a Delgado no los señala en absoluto. Es una intención política que coincide con un rencor personal que no he explicado en público porque está mal meterse a la dinámica del chisme.
P. ¿Por qué busca la dirigencia del partido?
R. Estos dos años algunos compañeros de diversos Estados me pedían que fuera a dar conferencias y pláticas. Durante esos viajes estuve escuchando. Sentí un creciente desencanto sobre la labor del partido, las pugnas internas. Eso fue generando una inquietud. Mi forma de militancia era más el trabajo intelectual, pero me daba un poco de desesperación ver que nadie estaba haciendo nada para reparar al partido. Ni la organización, ni la movilización, ni la comunicación política tuvieron un avance destacado después de la victoria de 2018. El partido se quedó en una parálisis que provocó un malestar en la militancia. Desde hace más de un año comencé a hacer propuestas. Hice un pequeño compendio de esas participaciones. Cientos de compañeros me pedían que me presentara yo con ese programa. Es el único que se ha presentado. Son unas 50 páginas.
P. ¿La fuerza del presidente se nota en la contienda?
R. Ha tomado distancia. Sabe que si él pusiera orden ahorita nada más aplazaríamos esta pelea de facciones y la lucha por institucionalizarnos unos años. En nuestro primer congreso, cuando se iba a elegir presidente del partido, López Obrador se salió. Todo el mundo esperaba una señal, una línea, y Andrés Manuel se salió. Fue electo Paco Taibo porque era el que más conocía la militancia y él no quería. El segundo o tercero fue Martí Batres. Desde entonces López Obrador ha querido que el partido tome su rumbo.
P. El comportamiento de las tribus fue uno de los males del PRD. ¿Morena está imitando esa conducta?
R. Desgraciadamente es lo que está sucediendo. Es molesto porque el presidente López Obrador, mientras fue dirigente, tuvo muy claro que la lógica de corrientes generaba esa degradación. Por eso están prohibidas desde los estatutos. No es que no existan equipos políticos, pero esta lógica de buscar una corriente hegemónica que defina los términos de las contiendas y que para contentar a las otras corrientes dé cuotas de puestos, presupuestos y candidaturas es lo que lleva a la degradación. Y es lo que ha estado en el trasfondo de la parálisis de estos dos años. Hay una lógica de facción de ocupar todos los espacios importantes para ocupar candidaturas. Si no transitamos este periodo para acabar con esa lógica y no lo logramos yo creo que se confirmará la hipótesis de que el partido se echó a perder.
P. ¿La sucesión presidencial de 2024 está siendo un fantasma en esta elección?
R. Es obvio. Es un espectro que no se discute abiertamente. Hay la impresión de algunos simpatizantes del proyecto de Claudia Sheinbaum, en absoluto de ella, como el propio Porfirio Muñoz Ledo, que sienten que esta contienda se trata del proyecto de Marcelo Ebrard a la presidencia. Mucho del ruido que se está haciendo viene de ese espectro. No hay pruebas o indicios evidentes de que se esté trabajando para esos proyectos presidenciales.
P. ¿Cuál sería su primera acción tras ganar la dirigencia?
R. Convocaría a que se renueven todas las presidencias y secretarías generales en todos los Estados mediante una encuesta.
P. ¿Será importante depurar al partido?
R. Claro que hay que hacerla. No diría que es una depuración activa en el primer momento. Se tiene que realizar en el momento de selección de los candidatos. Sí hay alcaldes, regidores y diputados locales que han sido señalados por corrupción en diversos sitios del país. Esto tiene muy descontento a los militantes y pobladores. Ahí sí tiene que haber una acción de bloquearles el paso para que no puedan contender por la reelección. Yo sostengo que no fue un error en 2018 invitar a todo mundo. Eso nos trajo priistas, panistas de última hora que no obtuvieron candidaturas y se treparon al barco ganador. Era importante para ganar. Ahora ya hemos ganado. La correlación de fuerzas cambió. Las encuestas indican de que en muchos sitios quien ponga Morena va a ganar. Eso es un peligro porque se van a acercar oportunistas. Es un momento distinto. Para diferenciarse tenemos que hacer que Morena signifique algo mínimamente. Ese significado tiene que ser la decencia. Lo mismo tenemos que hacer con las candidaturas externas. Las tenemos que reenfocar. Necesitamos una serie de candidatos externos para dejar de recurrir a la cubeta de famosos de donde sacamos a Lilly Téllez o a Cuauhtémoc Blanco que han resultado en ambos casos, y seguro que hay muchos casos más, decepciones. Hay que depurar, pero Morena tiene que ser un partido abierto a todo el mundo, no podemos seguir en la dinámica del club privado con cadeneros.
P. Hace algunos años decía que no era bien visto por sus compañeros porque estos decían que solo hacía política con textos. ¿Cuánto ha cambiado eso?
R. He mezclado ambas cosas. Solo han sido estos últimos meses que me he dedicado primordialmente a organizar compañeros, siempre con ideas sobre la mesa. Primero me decían que no organizaba ni un comité de mi cuadra, ahora que somos miles en todo el país me dicen que no debería de hacer esto. No hay que desdeñar la actividad militante que se hace en los escritorios y en los medios de comunicación. Yo soy de los que critican a los intelectuales del viejo régimen porque digo que escriben más de lo que leen. Eso siempre es peligroso porque se ponen a reciclar y reflexionar sobre sus propias ideas como si fueran el centro de la discusión nacional. Es peligroso hacer eso.
P. ¿Es usted el intelectual de Morena?
R. No. Yo reivindico la labor del trabajo intelectual que decía Gramsci. Me considero uno de tantos miles que pone su trabajo intelectual al servicio del grupo social al que pertenece.
P. ¿Qué haría para encauzar ideológicamente un partido de izquierda que ha virado al centro y hasta la derecha?
R. No es lo urgente. Lo urgente es organizarnos para 2021. A la par tiene que generarse el programa para los municipios y Estados. No tenemos. Morena es un proyecto federal que salió de la lectura de los 100 puntos de Andrés Manuel en el Zócalo. No tenemos forma de hacer gobierno local. La otra parte después de 2021 es un programa para el futuro. Tuvimos un programa como oposición, pero no tenemos doctrina que vaya más allá. No sabemos qué va a pasar después de Andrés Manuel. Falta todo del futuro.