Salve rociera, melancolía en palacio
Fue una boda triste, marcada por la ausencia de dos hijos. Fue una boda inusual, porque inusuales eran los novios: por un lado, una aristócrata con tantos títulos nobiliarios que alguna reina tendría que hacerle una reverencia a modo de saludo y con tantas tierras que podría cruzar España de norte a sur pisando solo sus fincas; por otro, un funcionario de la Seguridad Social que hasta la semana pasada vivía con un sueldo de 1.500 euros.