Un hombre de unos 50 años, calvo y de barriga prominente entra en el bar Tomás, en Vallecas, se sienta y pide un botellín de cerveza. Saca un billete de 10 euros de una bandolera que lleva al hombro. "Cóbrame". Pide otro. Va al baño. Paga. Sentada a su lado está la dueña, Paqui Antolín, de 40 años.
Las velas de los barcos bajan el bulevar de la calle Peña Gorbea, acompañadas del agua que cruza la calle en todas direcciones, sea en forma de globo, chorro de pistola o cascada desde alguno de los balcones. Es el pasacalle de la Batalla Naval vallecana que cruza el barrio a ritmo de charanga.
La herencia de la acampada de Sol
Ha pasado más de un mes desde que los indignados desmantelaron el campamento de la Puerta del Sol y se refugiaron en las asambleas 15-M de los barrios y pueblos. En Sol quedó el punto de información, que necesita 22 voluntarios diarios (aunque les cuesta cumplir todos los turnos que tienen establecidos).
Se calcula que son unas 500 personas; 429 según el reciente recuento de los acampados. La marcha popular indignada partió de la iniciativa de los indignados de Cataluña y Valencia. Algunos llevan cerca de un mes andando. Pero se les han ido sumando caminantes (y ciclistas) que llevan días intercambiando impresiones con los residentes de los pueblos por los que pasan.
En la Cañada pareciera que amanece antes que en el resto de Madrid. El sol entra muy temprano por las rendijas de las puertas y ventanas (eso cuando hay) y el calor se hace casi insoportable enseguida. En la casa de Conchi y de Eduardo, un pequeño ventilador no consigue aliviar el sopor a pesar de ser solo las 10 de la mañana.
La cría de buitre negro desciende poco a poco desde la copa del pino metida en un petate, colgado de una cuerda y en el silencio del bosque. Es uno de los últimos ejemplares que queda por anillar en el Parque Natural de Peñalara, al norte de la región. Madrid ha superado este año el centenar de parejas de la especie, la cifra más alta de su historia, y han nacido 57 nuevos pollos.
RAFAEL FRAGUAS | Madrid
Tres nonagenarios relatan cómo era la vida ciudadana la víspera de la guerra
PATRICIA GOSÁLVEZ | Madrid
Un jardín infantil en Boadilla, donde la arquitectura se presta al juego