Desde que se construyó el embalse del Umia, la Xunta no ha hecho más que gastar en su mantenimiento y en buscar soluciones para garantizar la potabilidad del agua frente a la cianobacteria Microcystis, altamente tóxica. Estudios y análisis científicos, dos de los cuales alertaban sobre los graves riesgos medioambientales pero fueron ocultados.
La solución de desmantelar la presa, avalada por un extenso elenco de expertos, sería, en la práctica, la más inviable, teniendo en cuenta los altos costes económicos para la empresa hidroeléctrica adjudicataria, que además paga un canon de unos 120.000 euros anuales a los Ayuntamientos de Caldas, Moaña y Cuntis.
Fue una estampida en toda regla, el último viernes de noviembre. Una amenaza, aún imprecisa, puso en fuga a 150 familias gitanas, arrebatadas por un vendaval de prisas y desesperación. Solo se sintieron a salvo los convalecientes.