Tony Curtis, el actor que nunca fue perfecto
GREGORIO BELINCHÓN
En un pequeño cementerio en Los Ángeles, entre los rascacielos de Westwood, al lado de Beverly Hills, en un puñado de metros cuadrados descansan los cuerpos de Jack Lemmon, Walter Matthau y Billy Wilder. En la lápida del cineasta se lee: "Soy escritor, pero es que nadie es perfecto".