La sombra del obispo Torras i Bages sobrevuela el espíritu de las enmiendas que Convergència i Unió ha presentado al proyecto de ley de centros de culto del Gobierno catalán de noviembre de 2007. La federación nacionalista quiere que el texto haga una mención explícita a la religión católica y que se subraye su preeminencia en la sociedad más laica de España: la catalana.
El vestíbulo superior de la Universidad de Barcelona, ocupado durante cuatro meses por estudiantes, recuperó ayer su aspecto solemne. La limpieza hecha tras el desalojo de los estudiantes ha devuelto su esplendor al lugar. Las clases se reanudaron, con los cuadros de El Prado, los tapices y las esculturas de eternos testigos mudos.
Inmigrantes recién llegados, los que se establecieron en Barcelona hace cinco o más años (en tiempos de bonanza económica, y que ahora están en paro) población autóctona también desempleada o con ingresos familiares reducidos a la mitad, gente mayor en una situación cada vez más precaria, madres solas, etcétera.
Sentado en el barco pirata del jardín de Cal Suis, que un día alguien trasladó desde el Forat de la Vergonya, en Ciutat Vella, a Esplugues del Llobregat, J. N., de 28 años, cuenta que la alcaldesa, la socialista Pilar Díaz, no le habla. Le retiró la palabra desde que los vecinos ocuparon esta espléndida masía próxima a la montaña de Sant Pere Màrtir, en la falda de Collserola.
Cuatro activistas, entre ellos J. N., se colgaron ayer durante tres horas del puente que cruza la autopista B-23 en Sant Joan Despí (Baix Llobregat) para denunciar las obras del plan Caufec y el ingreso en prisión de Enric Durán, el denominado Robin Hood de los bancos.