Hacia finales de 1962, uno podía llamar al coloso de las letras estadounidenses Norman Mailer (1923-2007) radical, rebelde, rojo, revolucionario, marginal, forajido, bolchevique, anarquista, nihilista e incluso conservador de izquierdas. Pero no, bajo ningún concepto, progresista.
El empeño del británico Martin Rynja en abrazar "aquellos proyectos que otros no se atreven a tocar" puede costarle una pesadilla similar a la vivida por S. Rushdie. Mientras el gigante estadounidense Random House cancelaba la publicación de La joya de la medina por temor a represalias de los islamistas radicales, este editor independiente compraba semanas después los derechos.