La ultraderecha logró ayer en Austria los mejores resultados desde la Segunda Guerra Mundial al alcanzar casi el 30% de apoyo en las elecciones legislativas. Los dos partidos que compiten en esa franja del espectro político -el Partido Liberal (FPÖ) de Heinz-Christian Strache y la Unión por el Futuro (BZÖ) de Jörg Haider- recibieron el 18% y el 11% de los votos, respectivamente.
La Unión Social Cristiana (CSU) de Baviera, partido hermano de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel, sufrió ayer su peor resultado en las elecciones bávaras de los últimos 50 años. Según los resultados oficiales provisionales, la CSU alcanzó ayer el 43,4% de los votos, 17 puntos menos que en 2003, y pierde la mayoría absoluta en el gran feudo conservador del país.
El presidente de Bielorrusia, el populista Alexandr Lukashenko, quiere sacar partido de las tensiones entre Rusia y Occidente para reforzarse e incrementar el valor geoestratégico del país, situado en el centro de Europa.
Referéndum en Ecuador
Ecuador aprobó ayer por una amplia mayoría la nueva Constitución que el presidente, el izquierdista Rafael Correa, impulsa para "refundar" el país y redefinir las reglas del juego. En medio de un amplio desconocimiento del texto, más de nueve millones de ecuatorianos -incluidos 140.000 empadronados en el exterior- estaban llamados a votar.
Casi 93.000 ecuatorianos, de los 800.000 residentes en España, estaban inscritos para votar en el referéndum constitucional. Cuatro colegios electorales fueron instalados en Madrid, Barcelona, Valencia y Murcia.
La Constitución que ha votado Ecuador es el punto culminante de los dos primeros años de mandato del presidente, Rafael Correa. Todo lo que ha hecho desde que asumió el poder, el 15 de enero de 2007, ha sido para dotarse de una nueva Ley Fundamental para "refundar" Ecuador desde los cimientos.
Ha sido siempre una prioridad para el Estado de Israel gozar de amplio margen de autonomía para embarcarse en una guerra. En el caso de Irán, cuyo programa nuclear suscita inmensa preocupación en el Gobierno de Ehud Olmert y en la totalidad de la clase política, tener las manos libres se antoja imposible.