El Unabomber italiano
No reivindica sus acciones ni envía mensajes a nadie; hiere gravemente, pero no mata, y hoy, casi 11 años después de su primer atentado, la policía italiana permanece tan lejos de él como en 1994. El misterioso personaje que coloca bombas de pequeña potencia en juguetes, golosinas, iglesias, productos alimenticios, jardines públicos y playas ha vuelto a actuar la pasada semana en su territorio del noreste veneciano hiriendo a una niña que encendía una vela en misa y, probablemente por casualidad, uno de sus artefactos ha llegado a Rumania.