Tres años en la vida perdida y solitaria de un infiltrado en ETA
Han pasado casi treinta años y todavía lleva sus manos enfundadas en guantes para ocultar sus huellas dactilares. Cambió de rostro y de identidad. Perdió amigos y familia. Se le conoce como Lobo y se infiltró en ETA desde 1973 a 1975. Miguel Courtois ha reconstruido la historia de este agente de los servicios secretos en El Lobo, un filme que reconstruye en clave de thriller la lucha antiterrorista de los últimos años del franquismo.