Por unos momentos parecía que todo era posible. Las calles de Barcelona se llenaron de peces gigantes, alfombras voladoras, globos terráqueos con cabeza, palomas de la paz enormes, pajes reales y sobre todo niños, muchos niños. Llevaban un año esperando este instante y sus caras lo decían todo. Las de sus padres, también.
La sensación de colapso vivida estos últimos días en la Val d'Aran ha despertado la alarma en el sector turístico, principal motor económico del valle.
El mercado de Sant Antoni de Barcelona tiene un tercio de los puestos de alimentación cerrados (101 de un total de 311). Unos comerciantes se jubilan, a otros el negocio no les marcha y en otros casos cierran porque no están dispuestos a costear la parte que les corresponderá de la repetidamente anunciada reforma del mercado.