No, Kamala Harris nunca fue la “zar de la frontera”
Aunque la vicepresidenta sí ha desempeñado un papel relacionado con la inmigración bajo la directriz de Biden, sus responsabilidades suelen ser caracterizadas erróneamente. La realidad es que su rol ha sido diplomático
“Condenamos firmemente el fracaso de la Administración Biden y de su ‘zar de la frontera’, Kamala Harris, a la hora de asegurar la frontera de Estados Unidos”. Así reza una resolución aprobada este jueves por la Cámara de Representantes, donde el Partido Republicano ostenta la mayoría; de hecho, todos sus miembros votaron a favor del documento. No fueron los únicos: seis demócratas apoyaron la iniciativa, demostrando cómo la crisis migratoria y la gestión del Gobierno de Joe Biden de la misma se cierne sobre la campaña de Harris a la presidencia.
Cuando el domingo pasado Joe Biden anunció que renunciaba a la reelección, optando por respaldar plenamente a su vicepresidenta como sucesora, los republicanos no tardaron en lanzar sus ataques, que probablemente ya tenían preparados, dado que la retirada del presidente se anticipaba desde hacía días. “La única diferencia” entre Biden y Harris, escribió el expresidente y actual candidato republicano, Donald Trump, en sus redes sociales, “es que ella es aún más liberal y menos competente que Joe, lo que ya es mucho decir. La pusieron a cargo de la frontera y vimos la peor invasión de ilegales en nuestra historia”. Su candidato a vicepresidente, J. D. Vance, siguió la misma línea: “Durante los últimos cuatro años, [Harris] cofirmó las políticas de fronteras abiertas” de Biden. “Ella es la dueña de todos esos fracasos”, añadió.
Una acusación en particular ha resonado durante la última semana desde el campo republicano. O, mejor dicho, una etiqueta: la de “zar de la frontera”, o “border czar”. Empezando por Trump mismo y terminando en el Congreso, los republicanos se han centrado en acusar a Harris de no haber frenado la inmigración a través de la frontera sur del país, la cual se disparó durante los primeros tres años de la Administración de Biden. En concreto, tras una subida sostenida desde 2021, las autoridades interceptaron 249.735 migrantes en diciembre de 2023, un récord. Es por ello que los insultos de Trump y sus aliados suelen empezar o terminar con “Harris, la zar de la frontera”.
Pero la realidad es que, oficialmente, Harris nunca ha ocupado ese puesto. La vicepresidenta no ha estado personalmente a cargo de la frontera ni de controlar los cruces fronterizos. Lo cierto es que la tarea relacionada con la migración que el presidente le encargó, en marzo de 2021, tenía más que ver con la diplomacia que con la supervisión fronteriza. Al principio de su mandato, Biden le pidió a Harris que coordinara las relaciones diplomáticas con el llamado Triángulo Norte de Centroamérica —El Salvador, Guatemala y Honduras— para abordar las “causas profundas” de la migración desde estos tres países.
“Esfuerzo diplomático”
“Le he pedido a la vicepresidenta —porque es la persona más cualificada para hacerlo— que dirija nuestros esfuerzos con México y el Triángulo Norte y los países que necesitan ayuda para frenar la migración a nuestra frontera sur”, dijo Biden durante un evento en la Casa Blanca el 24 de marzo de 2021.”Ella ha acordado liderar nuestro esfuerzo diplomático y trabajar con esas naciones para aceptar a los repatriados y mejorar el control de la migración en sus fronteras”, añadió el presidente.
Por su parte, Harris le respondió: “Si bien tenemos claro que la gente no debe venir a la frontera ahora, también entendemos que vamos a hacer cumplir la ley y que también —porque podemos mascar chicle y caminar al mismo tiempo— debemos abordar las causas profundas que hacen que la gente haga el viaje, como el presidente ha descrito, para venir aquí”. Con ese fin, la vicepresidenta concretó que trabajaría “con el Gobierno, con el sector privado, con la sociedad civil, y con los líderes de El Salvador, Guatemala y Honduras para fortalecer la democracia y el Estado de derecho, y garantizar la prosperidad compartida en la región”.
Su responsabilidad, por tanto, era liderar una estrategia para mejorar las condiciones económicas y de seguridad en El Salvador, Guatemala y Honduras, países que entonces representaban la mayoría de los migrantes que llegaban a Estados Unidos (una tendencia que comenzó a cambiar en los últimos años, con más migrantes procedentes de países como Venezuela y Ecuador). El plan era fomentar la creación de empleo, la lucha contra la corrupción, la mejora de los derechos humanos y laborales y la reducción de la violencia, para así frenar la migración hacia el norte.
Desde entonces, el rol de Harris ha sido promover la inversión en Centroamérica. En marzo de este año, la Casa Blanca anunció que, desde marzo de 2021, Harris había conseguido que el sector privado se comprometiera a invertir más de 5.000 millones de dólares para promover oportunidades económicas y reducir la violencia en la región.
Ahora bien, ambos partidos puede debatir si los esfuerzos de Harris han sido fructíferos o no, pero la realidad es que la Administración de Biden dejó claro desde el principio que abordar las “causas profundas” de la migración sería una estrategia a largo plazo. “Incluso con un compromiso firme y sostenido, el tipo de cambio sistémico previsto en esta estrategia tardará tiempo en lograrse, y los avances no serán lineales”, advertía el Gobierno en un documento de 2021 en el que esbozaban el plan.
Fuego amigo
Aunque la mayoría de sus críticos han sido republicanos, Harris también ha recibido reproches de parte de su propio partido. Durante su primera visita a México y Centroamérica, región con la que se suponía que trabajaría estrechamente, la vicepresidenta se dirigió a quienes pretendían emigrar y lanzó una firme advertencia: “Quiero ser clara con las personas de esta región que están pensando en emprender el peligroso viaje a la frontera entre Estados Unidos y México: No vengan”, dijo durante una rueda de prensa en Guatemala en junio de 2021. Tomó una pausa y enfatizó: “No vengan”.
No solo le llovieron las críticas desde el brazo más progresista del Partido Demócrata, así como de organizaciones promigración, sino que su exhortación hizo poco para detener lo que estaba por venir: los cruces fronterizos ilegales alcanzaron máximos históricos en 2021, 2022 y 2023.