Tribuna

En los 80 años de El Colegio de México

El reconocimiento académico que atesora esta institución es un homenaje a quienes la han construido desde la creación de La Casa de España hasta la actualidad

La presidenta del Colegio de México, Silvia Giorguli, en Madrid.JAIME VILLANUEVA

Hace 80 años, el 8 de octubre de 1940, se redactó el acta constitutiva de El Colegio de México, firmada oficialmente ocho días después. Con esto concluían las labores de su antecesora, La Casa de España, creada en 1938 por iniciativa del presidente Lázaro Cárdenas para acoger temporalmente en México a destacados científicos, académicos y artistas amenazados por la Guerra de España y la dictadura franquista. Desde entonces, El Colegio de México ha mantenido su vocación solidaria con académicos perseguidos de otras latitudes.

Con el tiempo, la institución pública de altos estudios se fue ...

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Hace 80 años, el 8 de octubre de 1940, se redactó el acta constitutiva de El Colegio de México, firmada oficialmente ocho días después. Con esto concluían las labores de su antecesora, La Casa de España, creada en 1938 por iniciativa del presidente Lázaro Cárdenas para acoger temporalmente en México a destacados científicos, académicos y artistas amenazados por la Guerra de España y la dictadura franquista. Desde entonces, El Colegio de México ha mantenido su vocación solidaria con académicos perseguidos de otras latitudes.

Con el tiempo, la institución pública de altos estudios se fue transformando en uno de los centros de investigación y docencia más destacados del mundo hispánico. Un hecho reconocido internacionalmente en 2001, cuando El Colegio de México fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales, en consideración a la excelencia y al prestigio adquiridos a lo largo de los años.

Si la figura de Lázaro Cárdenas explica los orígenes, la gestión del proyecto cultural se debió a dos reconocidos hombres de letras mexicanos: Alfonso Reyes, quien lo dirigiría hasta su muerte en 1959, y Daniel Cosío Villegas ─fundador en 1934 del Fondo de Cultura Económica─, quien lo acompañó como secretario y luego estuvo al frente hasta enero de 1963. Ambos pusieron los cimientos intelectuales y académicos de la institución que hoy conocemos. Los primeros 20 años fueron materialmente modestos y los apoyos federales fueron escasos y tardíos. Sólo a partir de la presidencia de Adolfo López Mateos (1958-1964), con Jaime Torres Bodet como secretario de Educación Pública, se normalizó la entrega de recursos oficiales.

No obstante, en aquellos primeros años se fundaron los dos núcleos de investigación y docencia que perviven hasta hoy. El 14 de abril de 1941 se fundó el primer centro, el de Estudios Históricos (CEH), bajo la dirección del mexicano Silvio Zavala (Premio Príncipe de Asturias en 1993); 10 años después, Cosío Villegas fundaría la prestigiosa revista Historia Mexicana. A instancias de Reyes, el filólogo argentino exiliado Raimundo Lida fundó, entre 1947 y 1948, la Nueva Revista de Filología Hispánica y el Centro de Estudios Filológicos, germen del actual Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios (CELL).

Al iniciar los años sesenta, Cosío Villegas logró que se construyera la primera sede propia. Allí fundó la revista Foro Internacional (1960) y, un año después, el Centro de Estudios Internacionales (CEI). El Colegio se iba expandiendo hacia nuevas áreas de conocimiento y docencia en ciencias sociales, tanto a nivel de licenciatura como de posgrado (maestrías y doctorados). Los dos siguientes presidentes, el historiador Silvio Zavala (1963-1966) y el economista Víctor Urquidi (1966-1985), impulsaron la creación de otros centros. Con apoyo de la UNESCO, se pusieron las bases del Centro de Estudios de Asia y África (CEAA); en 1964 surgió el Centro Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales (CEDUA), que incluía inicialmente la economía, pero que en 1981 se bifurcó con la creación del Centro de Estudios Económicos (CEE), y en 1973 se fundó el Centro de Estudios Sociológicos (CES).

Desde sus orígenes, El Colegio se preocupó por tener una biblioteca especializada en humanidades y ciencias sociales, que hoy es la más importante de México y una de las más importantes ─si no la principal─ en el mundo hispánico. Ésta representa el centro neurálgico de la institución. Durante la presidencia de Urquidi se crearon, además, unidades de cómputo y publicaciones, y en 1976 el Colegio se trasladó al moderno y amplio edificio que ocupa en la actualidad.

En las últimas tres décadas y media otros presidentes han dirigido e impulsado con eficacia las labores institucionales: el internacionalista Mario Ojeda (1985-1995), el historiador Andrés Lira (1995-2005) y el también historiador Javier Garciadiego (2005-2015). En 2015 una mujer asumió la presidencia: la demógrafa Silvia Giorguli, ya reelegida para un segundo mandato hasta 2025. En estos 35 años, la institución obtuvo su autonomía, consolidó sus órganos académicos, expandió la biblioteca, impulsó la educación digital, puso énfasis en una agenda de género y desarrolló proyectos interinstitucionales sobre desigualdad, violencia, migración y otros temas de políticas públicas. En dicho sentido, el COLMEX ha vinculado su legado pasado con su desempeño presente, apuntando hacia los retos del futuro. La institución ha sido particularmente ágil y eficiente al adaptarse al desafío de los nuevos tiempos, navegando con éxito los complejos procesos históricos y de cambio globales.

En la actualidad, el Colegio cuenta con más de 500 alumnos de tiempo completo, la mayoría becados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT); tiene asimismo unos 300 profesores-investigadores e investigadores de proyecto, todos sujetos a rigurosos mecanismos de evaluación académica. La proporción de estudiantes y profesores permite una relación estrecha, conducente a la sólida formación de jóvenes investigadores. Además, existe un eficiente y dedicado cuerpo administrativo en apoyo de las labores cotidianas.

Desde sus orígenes en 1940 hasta ahora, esta institución ─pequeña en dimensiones humanas y grande en prestigio─ se ha mantenido como un ejemplo de compromiso con la labor intelectual y con la creación y transmisión de conocimientos por medio de la docencia y la investigación. El reconocimiento académico que atesora El Colegio de México es un homenaje a quienes desde la creación de La Casa de España hasta la actualidad han construido la institución, dirigiéndola, enseñando, aprendiendo y forjando investigadores cuyo legado es un quehacer constante y un corpus científico de primera importancia, testimonio de su compromiso con la educación y la cultura en México y en el mundo.

Clara E. Lida y David Jorge son profesores-investigadores del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México.


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