López Obrador atribuye la caída en Ciudad de México a “la guerra sucia” y admite que “se tiene que trabajar más con la gente”
El presidente asegura que los comicios fueron una “muestra de madurez”, pese a que Morena, su partido, tendrá que recurrir a sus aliados para conservar la mayoría en la Cámara de Diputados y a que los resultados no le favorecen en la capital
“Se dio un paso importantísimo, es una elección histórica”. Esa ha sido la primera reacción del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, tras los comicios en México el domingo. El mandatario ha dedicado gran parte de su conferencia matutina este lunes a celebrar lo que, en su lectura, es un voto de confianza a su proyecto de Gobierno. “El pueblo reafirmó que quiere la transformación”, ha dicho el titular del Ejecutivo, que ha destacado los resultados de Morena, su partido, en las votaciones pa...
“Se dio un paso importantísimo, es una elección histórica”. Esa ha sido la primera reacción del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, tras los comicios en México el domingo. El mandatario ha dedicado gran parte de su conferencia matutina este lunes a celebrar lo que, en su lectura, es un voto de confianza a su proyecto de Gobierno. “El pueblo reafirmó que quiere la transformación”, ha dicho el titular del Ejecutivo, que ha destacado los resultados de Morena, su partido, en las votaciones para renovar la Cámara de Diputados, que se perfila a ser la formación más votada, aunque las tendencias apuntan a que tendrá que recurrir a sus aliados, el Partido del Trabajo y el Partido Verde, para conservar la mayoría parlamentaria. López Obrador, sin embargo, ha reconocido que los resultados en la capital no favorecen a su movimiento y que había que hacer autocrítica. “Se tiene que trabajar más con la gente”, ha asegurado el presidente, quien atribuyó el desplome en la capital a “la guerra sucia”.
“Es muy importante el resultado porque expresa un nivel de madurez política que nunca se había visto porque se votó por un proyecto”, ha señalado López Obrador. El presidente no apareció en la boleta de las elecciones intermedias, en las que se eligieron también 15 de las 32 gubernaturas del país, pero se afianzó como una figura omnipresente durante la campaña. Las votaciones intermedias suelen traducirse en un referendo sobre el papel del presidente justo a mitad de su mandato. Este proceso electoral agrupó a todas las fuerzas políticas en dos grandes bloques: quienes apoyan y quienes se oponen al Gobierno. El arrastre de López Obrador planteaba un escenario al inicio de la contienda en el que Morena arrasaría en los cargos más importantes en juego, pero los resultados preliminares apuntan a un terreno político más equilibrado de lo previsto.
Nada reflejó mejor esto que la contienda en Ciudad de México, sin duda el golpe más duro y sorpresivo para Morena en estas elecciones. La capital ha sido un bastión de la izquierda en las últimas tres décadas y el pronóstico inicial era que el partido del presidente, que fue jefe de Gobierno de 2000 a 2005, se llevara las 16 alcaldías en disputa y mantuviera el control del Congreso local. Las tendencias marcan ahora que la oposición estará al frente de la mayoría de las demarcaciones del antiguo Distrito Federal, en donde gobierna Claudia Sheinbaum, una de las principales candidatas a tomar el relevo de López Obrador en 2024.
“Estoy feliz, feliz, feliz”, ha dicho sonriente el presidente, que minimizó los reveses de su partido en las alcaldías de Ciudad de México y en el puñado de gubernaturas que se irán a la oposición o que se han cerrado en el último tramo. En el control de daños del mandatario se ha apelado en varias ocasiones al término “propaganda” para aminorar las derrotas de su movimiento. Ha centrado su mensaje en machacar a los medios y a sus rivales políticos como foco de la resaca postelectoral. Con todo, López Obrador ha dado a entender que va a esperar a los datos definitivos de las votaciones para hacer el corte de caja y ha destacado que la jornada transcurrió sin grandes incidentes y con una participación mucho más alta de lo normal para una elección intermedia, en torno al 52,5%.
La apuesta de Morena en el Congreso fue formar una coalición con dos partidos que le han dado respaldo parlamentario con la idea de conseguir una mayoría calificada, que le permitiera impulsar reformas a la Constitución. Las primeras tendencias dan cuenta de que esa apuesta se quedó corta y que Morena, a pesar de ser por mucho el partido más escaños, retrocedió algunas diputaciones respecto de la elección de 2018. Cuestionado sobre si le preocupaba que su partido perdiera el control del Legislativo, López Obrador ha defendido que “la mayoría absoluta no existe” y que su formación nunca ha tenido la mayoría absoluta.
“Los medios de comunicación están, por falta de información o por mala fe, distorsionando las cosas”, ha sostenido el presidente. López Obrador ha presentado los resultados preliminares y ha festejado que Morena fue el partido que más escaños obtuvo por votación directa a la Cámara baja, los llamados uninominales. “Fue un triunfo de la democracia”, ha insistido el mandatario, que no ha querido adelantar cuáles serán las prioridades de su Gobierno en el Legislativo. Lo que el presidente omitió es que 200 de las 500 curules se deciden por el principio de representación proporcional, que reparte bancas por el porcentaje de votos que obtiene cada partido, lo que suele equilibrar la conformación de los grupos parlamentarios.
López Obrador ha descartado ajustes a su Gobierno a la luz de los resultados. El presidente ha dicho que hará justo lo contrario y que, con el respaldo obtenido, habrá continuidad para los programas sociales, el sello de su Administración. “Esto significa tener garantizado el presupuesto para los más necesitados, para los pobres”, ha recalcado sobre lo que interpreta como una victoria de su movimiento en la Cámara baja.
“No fueron elecciones de Estado como las que se llevaron a cabo durante décadas”, ha insistido el presidente. El mandatario ha adoptado un tono mucho más conciliador comparado con las últimas semanas, que estuvieron marcadas por los choques con el Instituto Nacional Electoral. López Obrador ha dicho que fue una elección “libre y limpia” y ha aplaudido la participación de los ciudadanos que fueron funcionarios de casilla. Conforme empiecen a saberse las cifras, no solo estará en juego el reparto de más de 20.000 cargos públicos, también se disputará el discurso sobre lo sucedido en la elección: todos los partidos en pugna defenderán sus victorias e irán a los tribunales para impugnar sus derrotas, en especial si son cerradas. En el fondo, lo que queda claro es que, aunque las elecciones fueron el pasado domingo, a la elección mexicana le quedan todavía muchos capítulos por definirse.
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