Una de las emociones que peor llevamos los seres humanos es la incertidumbre. Lo estamos viviendo con los trabajos, los eventos culturales y deportivos, y no es diferente con la sexualidad. ¿Se verá afectada?

Sin duda. Aunque la sexualidad del siglo XXI tiene el sexting, las apps para ligar y el cibersexo, la verdad es que la vivimos en y con nuestro cuerpo.

Y ahí vienen las dudas. ¿Cómo vamos a poder compartirlo? ¿Será seguro? ¿Sexo con mascarillas? Aunque tiene sus fans, no es lo más frecuente.

A pesar de que el deseo de poder salir para relacionarnos está en boca de la mayoría, lo más probable es que la cuarentena y los motivos que nos han llevado a ella influyan en nuestro comportamiento.

Aunque no hay evidencia científica de que el coronavirus puede contagiarse por trasmisión sexual, si practicamos sexo “presencial” es imposible mantener la profiláctica y necesaria distancia física.

Seguramente, y en contra de la sabiduría popular, serán las parejas estables, casadas y arrejuntadas las que tengan más oportunidades de tener relaciones sexuales. Si miramos mal al que se nos acerca demasiado en el supermercado, ¿cómo vamos a frungir con alguien a quien acabamos de conocer o a atrevernos a desvirtualizar al último ciberligue? El temor al contagio fomentará la juguetería erótica y el amor propio. Que ni tan mal…

Hasta que haya una vacuna, la sensación de seguridad no será completa. Algo, entre otras cosas, esencial para que nuestra libido se manifieste.

Quizás podemos aprovechar estas circunstancias para poner en práctica todo aquello que es importante, pero nunca urgente: conocerse. Y sí, esto pasa también por hacerlo sexualmente. Así que, ya sabes: sexplórate.