La pandemia tuerce los planes de Putin
Pilar Bonet
Periodista y analista de EL PAÍS en Rusia
"El viejo reto de diversificar la economía será aún más urgente para Rusia, que parece querer desarrollar la bioquímica y la producción de vacunas, campos donde el éxito podría suponerle un salto cualitativo como potencia"
El Kremlin intenta sacar ventaja de la crisis mundial desatada por el coronavirus para hacerse valer y mejorar sus posiciones internacionales gracias a la solidaridad en el mal común y la relativización de los contenciosos pendientes. En ese contexto se ubica la ayuda humanitaria a Italia. Con independencia de su valor objetivo, el gesto humanitario cumple además la función de reforzar los vínculos con el país en el que Moscú más confía para debilitar la unidad europea en torno a las sanciones que le fueron impuestas en 2014.
Los motivos de aquellas sanciones –la anexión de la península de Crimea y la intervención militar en el Este de Ucrania – no desaparecieron ni fueron reparados, pero se han diluido en realidades más tangibles y más preocupantes para el mundo en general.
La pandemia tiene ya un efecto desastroso sobre la economía rusa al provocar una caída sin precedentes de los precios del petróleo, que sigue siendo la principal mercancía exportadora del país. El desplome de los precios provocado por la disminución global del consumo ha sido mal gestionado por el Kremlin, que intentó utilizar su relación con Arabia Saudí y la OPEC para perjudicar a sus competidores, los productores de crudo y gas de esquisto de EE UU. Después de la pandemia, el viejo reto de diversificar la economía será aún más urgente para Rusia, que parece querer desarrollar la bioquímica y la producción de vacunas, campos donde el éxito podría suponerle un salto cualitativo como potencia mundial.
En el frente interno, la pandemia llegó a Rusia cuando Vladímir Putin se disponía a someter a consulta popular una nueva constitución que le permitirá decidir si aspira a seguir siendo presidente cuando acabe su actual mandato en 2024. El contraste entre el alargamiento de la vida política del líder –posibilitado por la nueva constitución– y la incertidumbre en la vida real de los rusos de a pie –subrayada por el virus—crea un nuevo escenario para ese plebiscito (aplazado hasta el fin de la pandemia) y añade una dimensión grotesca y esperpéntica a la figura del presidente.
Créditos
Edición y Coordinación: Joseba Elola, Carmen Pérez-Lanzac, Braulio García Jaén, Carla Mascia, Andrea Aguilar, Pablo de Llano, Jorge Morla, Ángeles Lucas, Pablo León, Jesús Alborés.
Dirección de arte: Fernando Hernández
Ilustraciones: Sr. García
Fotografía: Carmen Guri y Almudena Martín
Desarrollo: Jacinto Corral
Frontend: Alejandro Gallardo
Traducciones: News Clips y María Luisa Rodríguez Tapia