En el fragor de la pandemia del nuevo coronavirus, una ciencia desconocida ha surgido como esencial: la epidemiología. La RAE la define como tratado de las epidemias. Los epidemiólogos seguimos un método que estudia la frecuencia, distribución y otros factores determinantes que generan salud o enfermedad para mejorar la prevención y control de problemas de salud. Esto se puede aplicar a enfermedades crónicas (como cáncer o cardiopatías) o a exposiciones que suponen un riesgo o beneficio (como nutrición o medio ambiente). También nos ocupamos de las epidemias de enfermedades transmisibles por microorganismos que afectan a muchos. Y una epidemia se convierte en pandemia si la propagación se expande al mismo tiempo en varios continentes y con casos por transmisión comunitaria.

¿Habrá más pandemias? Sabemos que esta no es la última y creemos que no será la más peligrosa. El tráfico de animales, los viajes rápidos de larga distancia, la masificación de las ciudades, el cambio climático o la invasión de ambientes antes despoblados (donde existen patógenos desconocidos) facilitan la expansión de agentes infecciosos.

En la lucha contra futuras pandemias, será esencial la agilidad en la toma de decisiones. Se ha de contemplar la combinación de métodos clásicos (detección precoz, aislamiento y cuarentena) con inteligencia artificial que permita rastrear los movimientos de las personas. Pero por mucha sofisticación tecnológica que consigamos, siempre se necesitarán personas cualificadas en epidemiología, que pongan inteligencia y corazón en su misión. Ojalá invirtamos en formación y apoyo a la epidemiología y salud pública por el bien de todos.