La medicina personalizada o genómica (MG) es el nuevo reto del Sistema Nacional de Salud: ha revolucionado la medicina asistencial y la investigación biosanitaria. En este marco, es absolutamente necesario ampliar el acceso a las pruebas genómicas y al asesoramiento para obtener los beneficios de la atención personalizada en todas las especialidades.

Es necesario asimismo contar con estructuras centralizadas y bien dotadas en tecnología genómica y de análisis de grandes cantidades de datos para afrontar los retos esperados (y los no esperados, como la pandemia de covid-19) en los próximos años. No parece razonable dividir los esfuerzos en tecnologías de pequeño rendimiento en cada hospital, sino concentrarlos en una estructura bien dotada de tecnologías de alto rendimiento (genómicas e informáticas) para dar respuesta a las enfermedades de base genética, como el cáncer y las enfermedades infecciosas, entre otras.

Los sistemas sanitarios deberían organizarse en torno a la MG: los pacientes con patologías complejas no quieren deambular por cinco o seis especialistas, sino tener equipos multidisciplinares que puedan resolver sus problemas. La organización decimonónica de servicios de especialidades con sus estructuras está condenada al fracaso en una MG orientada al paciente, al diagnóstico genómico y al big data.

En nuestro país, deberíamos pensar de manera global y no fragmentaria, agrupando y optimizando los recursos. Si no, no podremos responder de forma óptima o acabaremos haciéndolo a mucho mayor coste del necesario.