Las implicaciones actuales de la covid-19 para la gobernanza mundial son muy negativas. Veo dos tendencias principales en el mundo. La primera es una ruptura cada vez más amplia entre Estados Unidos y China. La segunda es un retroceso desorganizado de la globalización en el que el mando lo están tomando los Estados nacionales en vez de las organizaciones internacionales.

Con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, Donald Trump aprovechará cualquier oportunidad para culpar a China de la terrible situación de Estados Unidos. El hecho de que el Gobierno chino suela reaccionar a las críticas de manera agresiva empeorará las cosas. En consecuencia, en Estados Unidos aumentarán el impulso proteccionista y el sentimiento contra China. El intercambio comercial experimentará un fuerte descenso, ya que Estados Unidos tomará la decisión estratégica de intentar fabricar en su territorio más productos básicos, como el material médico. A su vez, este encadenamiento de hechos avivará el sentimiento antiestadounidense en China.

Todo ello tendrá consecuencias negativas para la gobernanza mundial porque Estados Unidos y China son las dos mayores potencias económicas del mundo, y ambos son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

En cuanto a si hay escenarios más positivos, una posibilidad es que Naciones Unidas recupere parte de su energía y autoridad, y consiga ejercer una función de liderazgo en la gestión de una crisis verdaderamente mundial. El llamamiento del secretario general de la ONU a un alto el fuego en todo el mundo es una buena iniciativa, y ya ha tenido respuestas favorables de algunos grupos involucrados en amargos conflictos, como las guerras de Yemen y Siria. Ojalá que el mundo pueda avanzar sobre esta base.