Yasmani Acosta, a la sombra de la leyenda
La increíble historia del medallista de plata que desertó de Cuba para cumplir su sueño olímpico, sesgado por una leyenda llamada Mijaín López
En abril del 2015, en medio de un Panamericano de Lucha, Yasmani Acosta, un cubano de 1,95 metros y 130 kilos de peso nacido en Matanzas, tomó una decisión que le cambiaría la vida: decidió desertar en Santiago de Chile. En su país no había esperanzas deportivas, ya que crecería a la sobra de Mijaín López, el mejor exponente de la lucha grecorromana en la historia.
Asustado y con frío, salió del hotel de su delegación, llamó a su amigo chileno, el luchador Andrés Ayub, tomó un taxi y cerró una puerta en su vida. Temerosos de ser descubiertos, ingresaron juntos a un motel de parejas, donde Acosta pasó sus primeras noches en Chile. Ayub recuerda entre risas el momento que era el paso inicial para la medalla de oro que su amigo acaba de conquistar para Chile en París 2024.
Imposibilitado de entrenar, los primeros trabajos de Yasmani fueron de guardaespaldas y portero de discotecas, hasta que la Federación de Lucha lo acogió y el Congreso chileno le otorgó la nacionalidad por gracia en el 2018. Al no poder volver a su país natal, decidió trasladar a su madre, quien no pudo resistir el frío santiaguino, y terminó radicándose en España junto a su hijo menor, Yadiel.
Acosta creció soñando con enfrentar a su amigo, ídolo y mentor, Mijaín López, que sumaba, año tras año, nuevas hazañas. En el convencimiento de haber hecho lo correcto, pues se acepta sólo un representante por país en las categorías de la lucha, Yasmani compitió en Tokio 2021 obteniendo el quinto lugar. Y volvió a intentarlo en París, con un convencimiento: quería estar en la final frente a López.
“He vivido un momento importante para mí. Combatí con él por el oro y he visto el momento en que se decidió retirar”. Al término del combate, ampliamente favorable para el tetra campeón olímpico, Acosta presenció, conmovido, cómo López se despojaba de sus zapatillas negras y las dejaba sobre el colchón, en señal de retirada. El presidente del Comité Olímpico Interional (COI) esperaba para colgarle su medalla, cerrando así el momento más importante para el deporte cubano, el adiós a su gran estrella.
El futuro se abre ahora para Yasmani, quien tiene una relación con la chilena Rommina Sepúlveda desde hace cinco años, tras conocerse por Tinder. Ella vive en Valparaíso y han señalado que quieren tener dos hijos. A los 36 años, Acosta puede proyectar su carrera, por fin libre de la muralla contra la que se estrellaron veinte deportistas en los últimos veinte años. La lucha grecorromana, en 130 kilos, tiene un trono por fin vacante. Y Yasmani, con la medalla de plata en el pecho, quiere apropiárselo.
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