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El sueño del dictador

El sueño del dictador

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Franco imaginó, impulsó y supervisó durante casi dos décadas la construcción del Valle de los Caídos, el gran monumento de la dictadura que gobernó España buena parte del siglo XX. Este recorrido audiovisual explica su historia y su significado.

“...que desafíen al tiempo y al olvido…”

El relato comienza en abril de 1940, en el primer aniversario del final de la Guerra Civil. Un momento clave, pues los nuevos gobernantes iban a explicar una y otra vez la contienda como el triunfo de una gran “cruzada” por una España mejor. Ese primero de abril de 1940 se aprobó el decreto que creaba el Valle de los Caídos en un paraje llamado Cuelgamuros, a unos pocos kilómetros del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, el gran símbolo de una época perdida, la del imperio español. Pinche en el audio para escuchar un extracto de aquel texto y siga bajando para ver el documento.

DECRETO de 1 de abril de 1940 disponiendo se alcen Basílica, Monasterio y Cuartel de Juventudes, en la finca situada en las vertientes de la Sierra del Guadarrama (El Escorial), conocida por Cuelga-muros, para perpetuar la memoria de los caídos en nuestra Gloriosa Cruzada.

La dimensión de nuestra Cruzada los heroicos sacrificios que la victoria encierra y la trascendencia que ha tenido para el futuro de España esta epopeya, no pueden quedar perpetuados por los sencillos monumentos con los que suelen conmemorarse en villas y ciudades los hechos salientes de nuestra Historia y los episodios gloriosos de sus hijos.

Es necesario que las piedras que se levanten tengan la grandeza de los monumentos antiguos, que desafíen al tiempo y al olvido y que constituyan lugar de meditación y de reposo en que las generaciones futuras rindan tributo de admiración a los que les legaron una España mejor.

El hallazgo

Ya fuera una idea suya o una sugerencia de otros, el hecho es que el general Francisco Franco abrazó con entusiasmo el proyecto de levantar un gran monumento en honor a su “cruzada” y a los caídos por ella. Recién terminada la guerra que lo había convertido en jefe del Estado, hizo varias expediciones a los alrededores de Madrid en busca del lugar para construirlo. El primer abad del Valle de los Caídos, fray Justo Pérez de Urbel, le contó al escritor y periodista Daniel Sueiro a mediados de los años setenta cómo Franco relataba el momento en el que por fin dio con el risco de La Nava y Cuelgamuros. Sueiro recogió su testimonio en el libro La verdadera historia del Valle de los Caídos. Pinche en el audio para escucharlo y siga bajando.

“Hice —habla Franco— varios intentos por todas las estribaciones del Guadarrama. Un día, ya en los comienzos de 1940, al terminar de comer, le dije a Moscardó: —¿Quieres que vayamos a buscar el Valle de los Caídos? Porque el valle debía existir y seguramente por esta zona.

Llegamos hasta el Alto de los Leones, descendimos hasta el Guadarrama, tomamos la carretera de la derecha que lleva a El Escorial y a los dos o tres kilómetros nos detuvimos para examinar una hondonada que se abría en dirección a la sierra. Sendas de cabras y un camino muerto se alargaban entre un bosque de pinos. Lo seguimos hasta llegar a un cerro pedregoso que se alzaba a la derecha. Su nombre nos impresionó: se llamaba el Altar Mayor. Trepé hasta la cima, no sin cierta dificultad. El paisaje me agradó sobremanera.

—Sube—, grité a Moscardó, que sudaba y jadeaba cuesta arriba. Mientras llegaba, examiné los contornos. Algo más al Norte pude observar otra cima más alta todavía, un haz de riscos calvos de color dorado, entre cuyas grietas asomaba el verdor de algunos árboles raquíticos.

— Es La Nava—, dijeron a mi lado.

— El nombre es menos sugestivo que el de la altura en que estamos, pero su forma me parece más majestuosa.

— No nos harás subir también hasta allí—, dijo el héroe del Alcázar de Toledo.

— No es necesario por ahora; pero subiremos algún día y me atrevo a esperar que subirán muchos españoles”.

El proyecto cambiante

Los trabajos comenzaron a mediados de 1940 y el primer plazo que el régimen franquista se dio para inaugurar la cripta fue el 1 de abril de 1941; en otros cuatro años más debía estar en pie todo el conjunto. Pero esos optimistas plazos fueron engordando hasta convertirse en casi dos décadas. El terreno, aislado y de piedra durísima y las estrecheces presupuestarias por las secuelas de la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial y los años posteriores de bloqueo internacional complicaron la construcción. Tampoco ayudaban las idas y venidas del dictador sobre el proyecto; nada terminaba de complacer su imaginación. Cuando en 1941 se convocó un concurso para diseñar la cruz, a Franco no le valía ninguna de las propuestas. “¿Ha visto usted lo que han hecho sus compañeros para el proyecto éste de la cruz? […] A mí me parece que han hecho una porquería, que no es esto lo que tenían que hacer, que era una cosa distinta, que se han quedado pequeños, que esto es una cosa sin inspiración...”, le dijo el dictador al arquitecto Diego Méndez, según relató este a Daniel Sueiro.

Arriba a la izquierda, boceto hecho por el propio Franco para el diseño de la cruz. Junto a él, algunos de los finalistas del concurso para el diseño de la cruz y una de las primeras propuestas de Pedro Muguruza para la basílica.  DIEGO MÉNDEZ  ‘REVISTA NACIONAL DE ARQUITECTURA’
Arriba a la izquierda, boceto hecho por el propio Franco para el diseño de la cruz. Junto a él, algunos de los finalistas del concurso para el diseño de la cruz y una de las primeras propuestas de Pedro Muguruza para la basílica. / DIEGO MÉNDEZ / ‘REVISTA NACIONAL DE ARQUITECTURA’

Prisioneros, presos rojos y mano de obra

Bajo la dirección del arquitecto Pedro Muguruza, muy cercano a Franco, tres empresas fueron las encargadas de las obras: San Román, responsable de la perforación de la roca para la cripta; Estudios y Construcciones Molán, para el monasterio y la hospedería, y Banús, para la carretera que uniría la entrada con el risco de La Nava. A partir de 1943, el patronato de las obras permitió a los presos comunes, la mayoría condenados republicanos, sumarse a los trabajos para redimir parte de sus penas. Fueron buena parte de los 20.000 obreros que a lo largo de 18 años construyeron el monumento.

Teodoro García Cañas relató así en 1976 su paso por Cuelgamuros: “Don Juan Banús fue a por gente a Ocaña y por no estar encerrado en aquel patio, porque era una fanega de tierra lo que veíamos, yo pedí ir a trabajar. Pero estaba tan débil, que no me quería llevar. Me miró la boca, me tanteó los músculos […] allí no fuimos ni más ni menos que a construir una tumba faraónica para los que ahora la vayan ocupando; eso fue lo que hicimos nosotros allí. Lo que pasa es que estábamos mejor que en la cárcel. Porque, ¿sabe usted lo que yo cobré la primera semana, trabajando 10 horas diarias, ocho de jornada y dos extraordinarias? Calcule lo que cobraría yo: 15,25 [pesetas]”. Su testimonio también está recogido en La verdadera historia del Valle de los Caídos.

Trabajadores en la construcción del Valle de los Caídos, en Madrid, tras el final de la Guerra Civil. Imagen reproducida de la obra ‘Víctimas de la victoria’, de Rafael Torres. / RAFAEL TORRES

Los presos cobraban 2,85 pesetas al día, de los que recibían apenas 50 céntimos; se les restaban 1,50 por la manutención y 0,85 para el sostenimiento de los hijos de los reclusos acogidos en colegios. Imagen reproducida de la obra ‘Víctimas de la victoria’, de Rafael Torres. / RAFAEL TORRES

Entre los presos y el resto de trabajadores y las familias que fueron asentándose en chabolas en los alrededores para estar cerca de ellos, se formó en Cuelgamuros un pequeño pueblo, con colegio, enfermería, economato… En la imagen, la escuela construida para los hijos de los trabajadores en 1950. Imagen reproducida de la obra ‘El Valle de los Caídos. Idea, proyecto y construcción’, de Diego Méndez. / DIEGO MÉNDEZ

Los accidentes, de distinta gravedad, fueron constantes durante la construcción del monumento, además de los problemas derivados del polvo que tragaban quienes horadaban la piedra de la cripta. No hay cifras oficiales, pero el doctor Ángel Lausín, el encargado de la enfermería, calculó unos 14 muertos. En la imagen, aspecto de las bocas de entrada a las obras de vaciado de la gran cripta de la Basílica del Valle de los Caídos en 1943. / EFE/SVB

“Hubo uno que subió encima de la hormigonera, se escurrió y tuvieron que desmontar la máquina para poder sacarle. Pero, aquello no se le dio el bombo que se le tuvo que dar, solamente que se ha muerto Luis y ya está. Le guardamos un día de luto”. (Testimonio de Manuel Fernández Uceda obtenido en 2010 por la investigadora de la Complutense Belén Moreno Garrido, recogido en 'El Valle de los Caídos, una nueva aproximación').

También hubo fugas de presos. Una de las más conocidas fue la de Nicolás Sánchez - Albornoz y Manuel Lamana, miembros de la Federación Universitaria Española, en 1948, recreada medio siglo después en la película de Fernando Colomo ‘Los años bárbaros’. En la imagen, de izquierda a derecha, Manuel Lamana, Nicolás Sánchez - Albornoz e Ignacio Faure en Cuelgamuros.

La memoria de los muertos

Con los trabajos muy cerca de culminarse, se hacía necesario darle un respaldo jurídico a la administración del conjunto. El decreto ley del 23 de agosto de 1957 atribuye la titularidad del lugar a la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, a la que dota, además, de unos objetivos muy claros. Pinche en el audio para escucharlos y siga bajando para ver el documento.

El mismo día de la Victoria, primero de abril de 1939, en el que el último Parte Oficial del Cuartel General del Generalísimo de los Ejércitos Nacionales anunciaba que la Guerra había terminado, se dictó un Decreto disponiendo la erección de un magno monumento destinado a perpetuar la memoria de los Caídos en la Cruzada de Liberación, para honra de quienes dieron sus vidas por Dios y por la Patria y para ejemplo de las generaciones venideras.

Artículo primero. Se crea la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. Sus fines serán rogar a Dios por las almas de los muertos en la Cruzada Nacional, impetrar las bendiciones del Altísimo para España y laborar por el conocimiento e implantación de la paz entre los hombres, sobre la base de la justicia social cristiana.

Artículo segundo. La Fundación tendrá plena personalidad jurídica para administrar sus bienes, con la única limitación de que las rentas habrán de ser invertidas, necesariamente, en los fines fundacionales.

El Valle de los Caídos abrió al público en 1958, aunque la inauguración oficial esperó al 1 de abril de 1959, vigésimo aniversario del fin de la Guerra Civil. La prensa publicó íntegro el discurso de Franco al día siguiente: pinche en el audio para escuchar algunos extractos de sus palabras.

El sueño del dictador

Los cuerpos y las urnas

El 30 de marzo de 1959 se trasladaron al Valle de los Caídos los restos de José Antonio Primo de Rivera, en una ceremonia en la que se evidenciaron las tiranteces entre Franco y al menos una parte de los falangistas.

Entre 1959 y 1983, la cripta acogió casi 34.000 cuerpos —de ellos, 12.410 sin identificar— procedentes de fosas y cementerios de toda España, menos A Coruña, Ourense y las islas Canarias. Como muchas familias de caídos del bando nacional no quisieron trasladar allí a sus muertos, entre los restos hay cuerpos de republicanos que fueron enterrados, sin el consentimiento de sus descendientes, junto a su verdugo. Francisco Franco fue inhumado allí el 23 de noviembre de 1975. Acceda a una fotogalería sobre todo este proceso pinchando en la imagen.

Franco se había involucrado tanto en la construcción de su monumento que supervisó cada detalle, desde el tamaño de la gran cruz exterior hasta el enebro con el que está hecho el madero de la cruz del altar mayor. Durante los años que duró el proceso, sus visitas fueron constantes y muchas, por sorpresa.

La obra, iniciada en 1940 por el arquitecto Pedro Muguruza y continuada desde 1950 por Diego Méndez, costó 1.086.460.331 pesetas, lo que equivaldría hoy a unos 247,5 millones de euros. Más las 300.000 pesetas que cobró Juan de Ávalos por las esculturas.

Madrid

Explanada

de entrada

30.000 m2

Monasterio

y hospedería

Cruz

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Vista lateral

Primo de Rivera

Franco

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261 m

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La basílica

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de entrada

Capilla del

Santísimo

Sacristía

Vestíbulo

Nave

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y altar

Atrio

Osarios

Coro

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Santo Entierro

La cruz

La colina y la cruz alcanzan los 300m de la Torre Eiffel de París.

150m

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En la cruz se encuentran los cuatro evangelistas y las cuatro virtudes cardinales, firmados por Juan de Ávalos.

16m

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Las virtudes

Templanza, Fortaleza,

Prudencia y Justicia.

Los Evangelistas

Marcos, Juan, Lucas

y Mateo.

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La colina y la cruz consiguen alcanzar los 300m de la Torre Eiffel de París.

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En la cruz se encuentran los cuatro evangelistas y las cuatro virtudes cardinales, firmados por Juan de Ávalos.

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La colina y la cruz consiguen alcanzar los 300m de la Torre Eiffel de París.

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En la cruz se encuentran los cuatro evangelistas y las cuatro virtudes cardinales, firmados por Juan de Ávalos.

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La colina y la cruz consiguen alcanzar los 300m de la Torre Eiffel de París.

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En la cruz se encuentran los cuatro evangelistas y las cuatro virtudes cardinales, firmados por Juan de Ávalos.

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El valle en democracia

Durante la Transición y las primeras décadas de democracia, el Valle de los Caídos se convirtió en el lugar más simbólico del recuerdo de la dictadura, un espacio de exaltación del régimen antidemocrático y de peregrinaje para los nostálgicos de aquella época, especialmente cada 20 de noviembre, aniversario de la muerte de Franco.

En 2007, después de años de esfuerzos y presiones ejercidas por descendientes de los luchadores del bando republicano, se aprobó la ley de memoria histórica. Entre otras cosas, prohibió en el Valle de los Caídos los “actos de naturaleza política” y los “exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas o del franquismo”. La norma descartó la destrucción o la desacralización del lugar, pero dice que el espacio debe “honrar y rehabilitar la memoria de todas las personas fallecidas a consecuencia de la Guerra Civil de 1936-1939 y de la represión política que la siguió con objeto de profundizar en el conocimiento de este período histórico y de los valores constitucionales”.

La ley no acabó con la polémica en torno al gigantesco monumento. Las familias de los republicanos allí enterrados, que ya habían conseguido un censo de los restos después de que se hiciera evidente un descontrol absoluto, mantuvieron su pelea para que fueran exhumados. A eso se sumó el creciente deterioro del conjunto (en 2008 se desprendió un fragmento de La Piedad, escultura que corona la basílica) a pesar del dinero que le cuesta al Estado su mantenimiento. Ese presupuesto público destinado al monumento gestionado por una abadía benedictina desde 1958, ha sido motivo de numerosas quejas. La inversión en el Valle de los Caídos desde 2012 supera los 12 millones de euros. Acceda a una fotogalería sobre el Valle de los Caídos en democracia pinchando en la imagen.

El Gobierno del PSOE creó en mayo de 2011 una comisión de expertos sobre el futuro del Valle de los Caídos que, en su informe, a finales de aquel año, propuso la exhumación y traslado de los restos de Franco. También hablaba de “resignificar todo el conjunto”: “Pensado como un lugar simbólico de la dictadura franquista, es esa intencionalidad la que da sentido a cada uno de sus elementos, ya sean blasones, esculturas o alegorías. […] En vez de cambiar elementos del lugar, hay que explicar lo que se hizo y cómo se hizo. […] Esta construcción almacena sufrimiento y sangre. Por eso, y aunque solo fuera por eso, es máximamente respetable y debe mantenerse. El itinerario sufrido por quienes la construyeron y la memoria de quienes allí están enterrados no deben borrarse. Es un conjunto que debe explicarse a todos los visitantes”.

 

CRÉDITOS:

Redacción y coordinación: J. A. Aunión
Formato: Guiomar de Ser, Natalia Junquera
Audio: Óscar Sanz, Carlos de Vega, José Juan Morales
Diseño: Ana Fernández, Fernando Hernández
Frontend: Belén Polo, Alejandro Gallardo
Infografía: Artur Galocha
Archivo fotográfico: Anabel Serrano


FUENTES:

La verdadera historia del Valle de los Caídos, de Daniel Sueiro (Editorial Tébar Flores). El Valle de los Caídos. Idea, proyecto y construcción, de Diego Méndez (Fundación Francisco Franco). Informe de la Comisión de expertos para el futuro del Valle de los Caídos. El Valle de los Caídos, una nueva aproximación, de Belén Moreno Garrido (en Historia actual, diciembre de 2010). Revista Informes de construcción (número de diciembre de 1959). Revista Nacional de Arquitectura (varios números). Los muertos clandestinos, de Queralt Solé (Editorial Afers)

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