Una camiseta de diseñador sobre el Programa Bracero reivindica el orgullo chicano
El mexicoamericano Ronnie Ramírez utiliza sus diseños para visibilizar la importancia de la migración laboral mexicana ante las políticas de la Administración Trump
Ronnie Ramírez utiliza la moda para contar historias que muchos desconocen. A sus 29 años, este joven diseñador ha logrado que una de sus prendas funcione como archivo vivo. Su última creación revive el Programa Bracero, aquel acuerdo bilateral entre México y Estados Unidos que entre 1942 y 1964 permitió que millones de trabajadores mexicanos cruzaran la frontera para suplir la falta de mano de obra en los campos agrícolas y ferrocarriles después de la Segunda Guerra Mundial.
El diseño no es solo estético, sino histórico. En la parte trasera lleva un póster original de los años cuarenta, utilizado en los campos: “In 1942, faced with a labor crisis, The United States turned to Mexico for help. The Bracero Program was born” (En 1942, ante una crisis laboral, Estados Unidos pidió ayuda a México. Así nació el Programa Bracero), se puede leer. En el frente, un tatuaje estilo chicano de la misma época con la palabra “BRACEROS”, evocando la memoria cultural de toda una generación.
El primer lote se agotó en menos de dos días. 250 camisetas, 35 dólares cada una. “Es la historia de mi gente, de mis amigos y familiares”, dice Ramírez, un mexicoamericano de sexta generación. Aunque ya no tiene parientes directos en México, su abuelo trabajó en los campos de Los Ángeles antes de fundar una empresa de jardinería en Orange County. Su padre fue prestamista. Sus tíos, dueños de salones. El espíritu emprendedor, explica, siempre estuvo en su familia desde que se asentaron en Estados Unidos.
Pero no todo fue trabajo digno. Ramírez lo sabe y lo repite desde su estudio en Orange County, California. “Muchos murieron cruzando. Muchos nunca quedaron registrados oficialmente”. Junto al acuerdo diplomático que facilitó el traslado masivo de trabajadores que pudieran sacar adelante las cosechas y dieran mantenimiento a las vías del ferrocarril, surgió la migración indocumentada. Nacieron palabras que aún duelen: “frijolero, mojado, wetback". Detrás de los contratos también hubo abusos, discriminación y tratos crueles hacia los trabajadores.
Hoy, Ramírez conecta ese pasado con un presente marcado por la persecución. “Los trabajadores que una vez salvaron la economía de Estados Unidos hoy son perseguidos, muchas veces en los mismos empleos que la mayoría no quiere. Recordar a los braceros es más importante que nunca, en medio de las redadas del ICE en todo el país”, afirma.
Su marca Colorblind (Daltónico) ha llamado la atención de Rizos Curls, la empresa de productos capilares fundada por la mexicana Julissa Prado, reconocida con el premio a la Herencia Latina 2025. En Orange County, Ramírez organizó un evento con otros diseñadores locales para promover la colaboración y el apoyo comunitario. “Me gusta pensar que la ropa conecta a quienes saben la historia y a quienes aún la desconocen”, dice.
Parte de las ganancias de sus colecciones se han destinado a apoyar a familias afectadas por las deportaciones masivas derivadas de las políticas migratorias de la Administración de Donald Trump. Colorblind nació como un experimento, pero pronto encontró un sello propio: fotografías en 35 mm, estética retro y la voluntad de recuperar una historia que no está en los libros. Sus prendas también han abrazado causas diversas: desde Black Lives Matter hasta luchas comunitarias en California. “Las t-shirts son como un billboard", explica. “Un mensaje que camina contigo, que puede abrir preguntas y generar cambios”.
Las camisetas de Colorblind han viajado más que muchos de los personajes que retratan. Han cruzado fronteras, de California a Nueva York, de Los Ángeles a México, de Irlanda a Madrid. Las usan descendientes de braceros, jóvenes de primera generación, afroamericanos, asiáticos y blancos que nunca habían oído hablar del programa. “Espero que inspire cambios positivos y que más personas reconozcan la historia de los que vinieron antes que nosotros”, dice Ronnie Ramírez.