Rabinos, imanes, evangélicos, monjes budistas, sacerdotes católicos, protestantes y baptistas se unen contra Trump
Líderes de todas las creencias se unen para instar al Congreso a que pare las políticas de deportación del presidente y no apruebe su plan presupuestario
La Administración Trump ha conseguido que se produzca una imagen insólita en la capital del país. Rabinos, imanes, pastores evangélicos, monjes budistas, sacerdotes católicos, pastores protestantes, baptistas y bahá’ís se juntaron este lunes en un servicio religioso para unir sus voces y acudir al Capitolio a exigir que el Congreso frene las políticas del Gobierno y no apruebe un presupuesto que financiará sus deportaciones masivas a costa de recortar los servicios de asistencia públicos para los más necesitados.
La iglesia episcopal de Saint Mark, a unos metros del Capitolio, en Washington D. C., acogió a los líderes religiosos de diferentes creencias para unir su voz a favor de los migrantes y en contra de las detenciones indiscriminadas que están llevando a cabo los agentes de inmigración.
Una grabación de la obispa episcopal Mariann Edgar Budde, que molestó a Trump por pedir “piedad” para los migrantes en la misa del día después de la inauguración del mandato, abrió el servicio, en el que los participantes portaron pancartas en las que se leía en inglés “no deportes a mis vecinos” y “no toquen mi Medicaid”.
“Este presupuesto tal como está diseñado ahora es inmoral y deben hacerlo mejor y tratar a las personas con dignidad y respeto”, criticó el obispo Dwayne Royster, presidente de Faith in Action, la mayor organización religiosa del país, que trabaja con 1.000 congregaciones a nivel nacional y que convocó la reunión.
La Cámara de Representantes, de mayoría republicana, aprobó la semana pasada un plan presupuestario que contempla un recorte de gastos que se prevé afecte a servicios esenciales para los más necesitados, como el programa de asistencia sanitaria Medicaid y de asistencia alimentaria para los más pobres. Aunque el texto aún se está tramitando y tiene que pasar por el Senado, ya ha hecho saltar muchas alarmas.
“¿Cómo podemos robar fondos públicos de esos programas que se necesitan desesperadamente para pagar exenciones fiscales sin precedentes para los superricos? Es robar a los pobres para dárselo a los ricos”, denunció Royster.
Representantes de los diferentes credos tenían ayer entrevistas agendadas con el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, los senadores demócratas Tammy Baldwin y Van Hollen, y los representantes republicanos Mario Díaz-Balart y Tony Gonzales para expresarles sus preocupaciones.
A la convocatoria en Saint Mark acudieron varios migrantes y se escucharon los casos de los indocumentados que viven con terror las redadas de ICE (el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas). Visiblemente compungida, Elsie Alfaro, migrante de El Salvador que llegó a Estados Unidos en el año 2000, contó la angustia y el miedo que está pasando su familia. “Mis hijos no quieren ni ir a la iglesia porque tienen miedo de que lleguen los de inmigración y están haciendo terapia. Es muy triste decirles que si me llevan tendrán que quedarse con su hermana mayor”.
Madre de cinco hijos, en estos años ha trabajado en el sector de la construcción y limpiando casas y oficinas en Maryland. “Pagamos impuestos, hemos entregado nuestra vida a este país. Aquí está nuestra familia y nos quieren mandar a un país que ya no es el nuestro”, y augura un futuro nada halagüeño: “Muchos dicen que si tienen papeles les va a ir bien, pero a ninguno nos va a ir bien porque hay mucho racismo”.
El evento congregó a líderes religiosos de varios lugares del país. En declaraciones a El País, el obispo católico de El Paso, en Texas, Mark Seitz, confesó estar muy preocupado por la construcción de campos con tiendas de campaña en el desierto de Texas para alojar a los detenidos que serán deportados. Explicó que los refugios de El Paso están vacíos porque apenas hay migrantes que cruzan la frontera y subrayó cómo se ha extendido el miedo en uno de los Estados que más colaboran con la cruzada antiinmigración de Trump. “Tienen miedo incluso de salir por la puerta de su casa o de dejar que alguien la abra. Tienen miedo de ir a la iglesia y de ir a los hospitales aunque estén enfermos. Tienen miedo de ir a cualquiera de estos lugares que solían ser un refugio seguro donde la gente podía reunirse. Y ese miedo mismo está siendo utilizado como herramienta del Gobierno para aterrorizar a esa comunidad y para presionarles para que se autodeporten”, sostiene. Seitz se sumó al resto de los participantes para pedir que no se apruebe el presupuesto que se debate en el Congreso. “Recortar Medicaid y la asistencia alimentaria para financiar la deportación masiva de niños y familias inmigrantes es un pecado”, sentenció.
Por su parte, el rabino Jason Kimelman-Block, director del movimiento progresista judío Bend the Arc en Washington, comparó la situación actual con otras del pasado. “Recuerdo a mi abuela, quien hace cien años intentó entrar a este país y las puertas estaban cerradas para ella y para personas como ella en ese momento. Y el Ku Klux Klan marchaba en Washington cuando el racismo era rampante, no sólo hacia los estadounidenses negros, que siempre es el caso, sino hacia cualquier inmigrante, que eran discriminados de la misma manera que lo son hoy”.
A pesar de profesar credos tan distintos, los líderes religiosos coincidieron en que es necesario actuar y luchar contra las políticas de la Administración Trump. “Hoy y durante los próximos cuatro años, no bastará con orar”, advirtió Royster.