La anomalía electoral argentina

Las encuestas muestran a un mismo tiempo que el oficialismo y las grandes figuras opositoras puedan ganar, perder o quedar incluso fuera de una segunda vuelta

Sergio Massa, durante una conferencia de prensa en Buenos Aires.LUIS ROBAYO (AFP)

La Argentina es un país donde las reglas universales no se aplican y en el que puede invertirse la ley de gravedad en cualquier momento. Sólo así se explica que en un país que afronta una crisis sistémica de proporciones monumentales las encuestas muestren que el oficialismo y las grandes figuras opositoras puedan ganar, perder o quedar incluso fuera del balotaje.

Los argentinos estamos acostumbrados a movernos en la anomalía, para fastidio de los anglosajones, aunque también descolocamos a muchos latinoamericanos. ¿Ejemplo? El oficialismo ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La Argentina es un país donde las reglas universales no se aplican y en el que puede invertirse la ley de gravedad en cualquier momento. Sólo así se explica que en un país que afronta una crisis sistémica de proporciones monumentales las encuestas muestren que el oficialismo y las grandes figuras opositoras puedan ganar, perder o quedar incluso fuera del balotaje.

Los argentinos estamos acostumbrados a movernos en la anomalía, para fastidio de los anglosajones, aunque también descolocamos a muchos latinoamericanos. ¿Ejemplo? El oficialismo acaba de ungir como candidato a Presidente a su ministro de Economía, quien prometió bajar la inflación al asumir hace casi 11 meses, pero ocurrió lo opuesto. Hoy lidiamos con una suba del 114% anual que los expertos estiman que se acercará al 150% para fin de año.

El escenario electoral es tan cerrado e incierto por estos días que ese candidato, el peronista Sergio Massa, puede ganar, del mismo modo que podría hasta salir tercero en las urnas de octubre, lo que resultaría un cachetazo sin precedentes para el peronismo. Podría dejarlo afuera el libertario Javier Milei, aunque su candidatura también conlleva una incógnita gigantesca. Porque todos sus candidatos perdieron –y por paliza- en cada elección provincial que se celebró hasta ahora. ¿Ejemplo? Ayer, en la contienda que definió el próximo gobernador de Córdoba, la segunda provincia más populosa de la Argentina, su “pollo” salió cuarto, con apenas 2,49% de los votos.

Javier Milei.LUIS ROBAYO (AFP)

Milei no se arredra, sin embargo, y tiene razón cuando afirma que puede ganar, recordando el tortuoso camino que llevó a Mauricio Macri a la Casa Rosada, ocho años atrás. “En 2015 Macri perdió 11 elecciones previas en las provincias y fue Presidente”. Es cierto, aunque también puede ocurrir que quede tercero en octubre y, por tanto, fuera de la segunda ronda.

¿Y qué decir de Juntos por el Cambio, la alianza fundada por Mauricio Macri? Hace un año largo que se ilusiona con recuperar el poder que perdió en 2019. Tiene candidatos, tiene estructura, tiene dinero y tiene intención de voto. Pero se desangra en peleas intestinas, mayormente –aunque no sólo- entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, que definirán quién se quedará con la candidatura en las elecciones primarias de agosto.

Juntos por el Cambio se convirtió así en el único de los tres espacios con aspiraciones reales de llegar a la Casa Rosada que utilizará las primarias para aquello que fueron creadas: dirimir las pujas internas de poder. Eso puede potenciar a quien venza… o hundir sus sueños. Y podría ocurrir que quien triunfe en las primarias pase de aspirante a campeón a “cebollita”, como decimos en Argentina, quedando fuera del balotaje.

Pero las anomalías argentinas no se agotan allí. Primero, porque todas las encuestas exponen el hartazgo ciudadano con la situación actual y con los políticos, que se traduce en niveles récord de abstención electoral y votos en blanco desde el retorno de la democracia en 1983. Pero una y otra y otra vez, las elecciones provinciales les dieron el triunfo a los oficialismos. Hasta en Córdoba, donde el ex presidente Mauricio Macri tiene su mayor bastión, ganó el peronismo gobernante.

En este contexto, el único consenso aparente es que ganará aquel candidato que no sea kirchnerista. Pero ese dato omite una última paradoja: la actual vicepresidenta y factótum de poder, Cristina Fernández de Kirchner, no compite en esta contienda, ni tampoco ungió a un delfín, pero puede salir triunfadora.

¿Cómo es posible? Si pierden Massa y los peronistas que impulsan su candidatura, ella retendrá el mando dentro del peronismo, mientras concentra sus energías en retener su enclave decisivo: la provincia de Buenos Aires. Sea para resistir o para soñar por volver a la Casa Rosada en 2027. Como sintetizó Andrés Malamud, uno de los más lúcidos analistas políticos, “gana Cristina, no hay otra interpretación”.

Argentina es un país peculiar, en efecto, donde hasta la ley de gravedad puede invertirse en cualquier momento.

Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS América y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la región.


Más información

Archivado En