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Los Premios Juventud saldan una deuda pendiente con Panamá en una gala que celebra sus aportes a la música latina

Bad Bunny, con tres premios, es el gran ganador de la primera edición de los galardones musicales celebrada fuera de Estados Unidos

Premios Juventud escogió Ciudad de Panamá como sede para su primera gala fuera de Estados Unidos y el país se volcó a recibirlos. Decenas de artistas de Iberoamérica llegaron a la capital, tapizada de publicidad del evento, mientras en las noticias se advertían trancones cerca del Centro de Convenciones Figali donde se realizó la gala la noche de este jueves. La campaña ha sido tal que el alcalde de la ciudad Mayer Mizrachi Matalón, anfitrión y promotor principal del evento, llegó a la alfombra azul (los premios no usan el tradicional color rojo) con la ganadora de una competencia anunciada en sus redes sociales para encontrar a una mujer que “representara a la patria con flow”.

Mizrachi, quien asumió el cargo a mediados de este año, dijo a EL PAÍS enfundado en un traje color verde esmeralda: “Si a Panamá le va bien es como si subiera la marea, todos los barcos, del más pequeño al más grande suben con ella”, junto a él merodeaba su mascota Tina con un trajecito rojo rubí. Al responder sobre su particular forma de hacer propaganda política, dijo: “Necesitamos venderlo como algo sexy, algo pop, algo trendy (viral)”, y agregó que él puede “ejecutar las labores de un político electo sin ser un político tradicional”. Premios Juventud aportó unos 2.000 trabajos temporales y promoción turística para el país estimada en 20 millones de dólares, según el Viceministro de Turismo de Panamá.

La transmisión que se pudo ver en Estados Unidos, México y varios países de América Latina a través del servicio de streaming en español ViX, inició con lo prometido: los acordes de La murga de Panamá en el trombón de Willie Colón. La patria de Omar Alfanno —uno de los más prolíficos compositores de la salsa— y la cuna del reggae en español o plena panameña se vio reflejado sobre el escenario en el musical apertura de la vigesimosegunda gala de Premios Juventud a cargo de Boza, Farruko, Los Rabanes, Nando Boom, Natti Natasha, Samy & Sandra Sandoval, Sech y Willie Colón en un número que tocó desde el folclore hasta lo urbano.

Una de las reivindicaciones más significativas la protagonizó el panameño Nando Boom, quien llegó a cobrar su crédito como pionero del reggae en español y a agitar el debate sobre el origen del reggaeton con una nueva versión de Ellos Benia Dem Bow, junto a la artista dominicana Natti Natasha. El tema original, publicado en los ochenta, incluye una de las bases rítmicas del reggaeton, y aunque su beat es actualmente el centro de una demanda en Estados Unidos por dos productores jamaiquinos que reclaman su autoría, Fernando Brown (nombre de pila de Nando Boom), es sin duda parte del eslabón musical que conectó el dancehall de Jamaica con lo que luego se conoció globalmente como reggaeton. Brown le dijo a EL PAÍS sobre el crédito debido a su país por este aporte: “Panamá fue punta de lanza y ahora con Premios Juventud aquí y artistas como Sech y Boza, llegó el momento”.

Los más nominados, Bad Bunny por su álbum DeBÍ TiRAR MáS FOToS y el venezolano Danny Ocean, quien lanzó su más reciente trabajo Babylon Club en julio, no asistieron a la gala. El grueso de los galardones fueron anunciados en línea y la premiación estuvo a cambio cargada de presentaciones musicales como un segundo acto de Natti Natasha, quien estrenó la balada Traje aquí junto a la Sinfónica Juvenil de Panamá —una canción de cuna que acompañó con el anuncio del sexo de su segundo hijo al colorear su vestido de rosa encendido sobre el escenario. Otras presentaciones incluyeron un popurrí a cargo de los compositores panameños Omar Alfanno y Érika Ender (coautora del hit global Despacito de Luis Fonsi y Daddy Yankee) y el momento en que el artista urbano Sech plantó la bandera de su país en la tarima principal.

Las contribuciones de migrantes afroantillans a la historia de Panamá toca todo, desde el canal que atraviesa el país hasta su música. Los trabajadores que llegaron a finales del siglo XIX e inicios del XX a buscar mejores oportunidades, encontraron también discriminación en el trabajo y en la sociedad. Pero la transculturación ocurrió paulatina e inexorablemente en espacios cotidianos. A finales del siglo pasado el intercambio se dio en los autobuses conocidos como Diablos Rojos, vistosas máquinas de transporte popular, hoy casi inexistentes, donde jóvenes afrocaribeños improvisaban sobre pistas de dancehall jamaiquino. Allí se estrenaron en los años ochenta talentos como Edgardo Armando Franco, mejor conocido como El General, que dieron forma al reggae en español y cuyos ritmos inspiraron la germinación de un movimiento musical que mudó sede a Puerto Rico.

Bad Bunny recibió tres Premios Juventud, entre ellos al Mejor Álbum Urbano por DeBÍ TiRAR MáS FOToS, y la banda colombiana MORAT. Shakira ganó en la categoría de Mejor canción pop/urbano por el tema Soltera, y Karol G —quien inició esta noche una serie de presentaciones en el cabaret Crazy Horse de París—, ganó el galardón a Artista del Año.

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