Se repitió el juicio y, otra vez, el jurado volvió a declarar culpable a Pablo Ibar sin pruebas físicas en su contra, un jarro de agua fría para la familia que lleva 25 años luchando por defender su inocencia. Explica Andrés Krakenberger, portavoz de la Asociación contra la Pena de Muerte Pablo Ibar, que la condena a muerte del año 2000 pesó como una losa para que se llegara a ese veredicto a pesar de que el Tribunal Superior de Florida invalidó los procesos anteriores. “Pablo no tenía que ganar el partido, sino que tenía que remontarlo”, describe el autor del libro En el corredor de la muerte, Nacho Carretero, que indica que “estadísticamente, Ibar tiene ahora una probabilidad muy baja de terminar absuelto”. ¿Qué vías le quedan a Pablo Ibar hacia la libertad?
Sentencia de cadena perpetua
Notificación de apelación
El tribunal suele tardar hasta 6 años en tomar la decisión *
Repetición del juicio
+ Tiempo estimado en base a la experiencia anterior: 2 años.
El tribunal suele tardar hasta 6 años en tomar la decisión *
Puede volver a apelar a:
El tribunal suele tardar hasta 6 años en tomar la decisión *
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Volvería a estar en el punto de la repetición del juicio
* Tiempo estimado en base a la experiencia anterior.
1 Juez contaminado. El juez que condenó en el último juicio a Pablo Ibar trabajó previamente con la fiscalía que acusó a Ibar en el 2000 en un proceso que acabó con una condena a muerte. La defensa pidió que se inhibiera, pero el juez no lo aceptó.
2 Jurado presionado. Un miembro del jurado denunció presiones para votar en una dirección y trató de retractarse del veredicto de culpabilidad. No se le permitió y fue apartado. De haber consentido el juez el cambio de valoración, el juicio habría resultado nulo y habría tenido que repetirse porque el veredicto debe ser unánime.
3 Información negada al jurado. El juez no admitió que se mencionara que el otro condenado a muerte por el mismo caso, Seth Peñalver, había sido finalmente exculpado.
4 Testigo dudoso. El juez no permitió que el perito de la defensa cuestionara la declaración del único testigo ocular que identificó a Pablo Ibar, en la que el Tribunal Superior de Justicia de Florida había reconocido ya mala praxis.
5 Pruebas de ADN no concluyentes. El juez prohibió mencionar que los laboratorios encargados de la prueba de ADN con coincidencia parcial con Pablo Ibar habían incurrido en más ocasiones en contaminación de las pruebas y que la cadena de custodia no se había respetado —en el propio juicio tocaron las pruebas sin guantes—, así como que las muestras mayores de sudor y los demás restos hallados en la escena del crimen pertenecen a dos varones aún sin identificar (no a Ibar).
6 Pruebas eliminadas. El juez no permitió que el jurado supiera que se habían borrado voluntariamente cintas de seguridad del local nocturno de la víctima en las que, días antes del asesinato, se ve a dos hombres (ninguno es Ibar) amenazándolo.
7 Testigos sobornados. Hubo, de acuerdo con la defensa, testigos pagados o recompensados por incriminar a Ibar.
8 Declaración irregular. El fiscal, en su alegato final, pidió al jurado “no dejar libre a este asesino”, en alusión a su condena anterior —que no debía ser tomada en cuenta y vulnerando su presunción de inocencia—. Esto, en otros precedentes, supuso la anulación de la vista.
En estos instantes y tras notificar el pasado junio que apelarán cuantas veces hagan falta, la defensa de Ibar se halla estudiando las transcripciones del último juicio para sustanciar estas razones para un nuevo juicio y buscando hallar otras nuevas.
En este informe descargable puede encontrarse información más exhaustiva. Descargar PDF
Lleva Nacho Carretero desde 2012 pegado al caso Ibar porque lo que se encontró al investigar fue “una historia plagada de lagunas, irregularidades, injusticia y un punto casi literario de maleficio”, y ahora, tras la sentencia a cadena perpetua de mayo, cuenta que, a su parecer, las posibilidades de resultar exculpado de Pablo Ibar son muy escasas. “Creo que el tribunal de apelaciones de su condado de Florida no le va a dar ninguna chance. Toda la familia seguirá peleando y quizá si llegaran al Tribunal Supremo ahí se despejara un tanto el panorama, de hecho esa instancia le dio un toque al juez del último proceso. Pero pasarán años antes de que pueda ocurrir”.
Ha tenido muy mala suerte Ibar, argumenta Carretero. “No solo en el momento de la detención en 1994 y con su primer abogado, Kayo Morgan. Antes de la repetición judicial de este año solicitó la condicional y el juez estaba a favor de concedérsela, y justo en ese instante otro condenado a muerte escapó mientras disfrutaba de ese régimen y por tanto se la denegaron a Ibar”.
“La familia está tratando de asimilar que tal vez esta —el encierro de por vida en la cárcel de Okeechobee, la mayor y más saturada de Florida— sea la nueva situación, con la que tengan que convivir largo tiempo. El estado anímico está muy dañado, pero es una familia dispuesta a seguir apelando hasta demostrar la inocencia de Ibar”, revela Carretero, que mantiene contacto epistolar con ellos y con el propio Ibar.
Los cuerpos sin vida de un hombre y dos mujeres aparecen en una casa de un tranquilo barrio de Miami. Han sido acribillados a balazos. En la propia escena del crimen, la policía descubre una cámara de vídeo que contiene la grabación del asesinato.
Esta grabación será la pista principal en la investigación: en ella se ve el rostro borroso de uno de los atacantes. Tres semanas después, en una comisaría de otro distrito, un oficial cree reconocer esa misma cara borrosa cuando ve a Pablo Ibar, un español arrestado por un altercado con armas. Sin embargo, Pablo jura que no tiene nada que ver con el asesinato. Ninguna prueba encontrada en la escena del crimen es concluyente ni incriminatoria... pero no. Pablo Ibar es juzgado y condenado a muerte. Esta es la historia de una familia que nunca se ha rendido. La lucha de un hombre durante 25 años para demostrar su inocencia.