Con Apple haciendo la guerra por su lado, pero contraprogramando con su convocatoria el lunes 9, justo una semana después de la cita de Barcelona, el MWC es territorio Android. Ya no hay un stand de Google con toboganes, pines y helados pero sí mantienen citas importantes y se esperan anuncios de dominio de la industria por parte del máximo responsable de Android, Sundar Pichai.
Samsung ha convertido el Mobile World Congress en su cita anual. Aquí se presentó el S5, su móvil de referencia hasta que este domingo desvele el sucesor. La presión es máxima. Ni su reloj ha conseguido impulsar la venta de ambos aparatos juntos. Ni han vendido tantos como pensaban, ni son capaces de frenar a los gigantes chinos como Xiaomi o OnePlus que comienzan a comer el terreno en Asia. En los últimos meses se han preocupado por limpiar un catálogo difuso, especialmente en la gama media. Han prescindido directamente de la gama baja, donde solo Motorola con Moto E, a 129 euros, es capaz de plantar cara a los nuevos competidores. Galaxy S6, cuyos detalles se conocerán el domingo a las seis y media de la tarde, quiere ser el móvil que marque el rumbo de la industria. Se esperan más sensores, especialmente una mejora en el de huellas, así como una cámara de fotos, tanto frontal como trasera más afinada. La firma coreana ha querido aprovechar su tirón con una retransmisión simultánea en un teatro madrileño.
HTC, una de las que tuvo el privilegio de estrenar las primeras distribuciones de Android, sigue de capa caída. Fabrica teléfonos de gran calidad, pero con un alto precio y una estrategia de difusión que no termina de calar. Se espera que presenten el One M9. Mantienen el tipo de teléfono, pensado para un consumidor dispuesto a pagar un extra por tener una experiencia superior. No ceden, aunque se están desangrando por el camino. En cambio, han apostado por la senda de los complementos originales con su CamaraRe, una especie de periscopio remoto que recuerda a las GoPro.
A Sony las redes sociales le han jugado una mala pasada. Ya ha salido a la luz su posible tableta Z4, mantiene su estética y resistencia a golpes, polvo y salpicaduras, pero añade un mejor procesador. Queda la incógnita de si renovará el móvil del mismo nombre. El ciclo habitual del gigante japonés es cada seis meses, así que tocaría si se cumple el patrón. Sin embargo, la austeridad a la que apunta su consejero delegado, Kaz Hirai, podría aparcar la renovación hasta casi el verano.
LG se ha evitado disgustos presentando todo el catálogo una semana antes del evento. Ha mostrado varios móviles de gama media, pero se reserva un nuevo reloj, más urbano, que funcione con Android. Buena intención, pero que seguramente, caerá en el olvido solo una semana después, cuando Apple despliegue los detalles de su modelo para conquistar la pulsera.
Cuando ya todo parecía inventado en el universo Android, un fabricante inesperado vino del frío. Yotaphone, el móvil hecho en Rusia, cambia el planteamiento estético y en parte el funcional. Tiene Android, como el resto, pero con una innovación, doble pantalla. Una frontal al uso, otra trasera de tinta electrónica, como los libros. Consigue alargar la vida de la batería de manera notable y gestionar mejor las notificaciones. Demasiado alternativo, demasiado arriesgado, quizá la única salida del guion en toda la muestra.