Mark Wahlberg y Michelle Williams

El hombre más rico (e implacable) del mundo visto por Ridley Scott

A pesar de su inmensa fortuna, J. Paul Getty se niega a financiar el rescate de su nieto cuando éste es secuestrado. Todo el dinero del mundo narra la desesperada lucha de una madre por convencer al magnate a que renuncie a parte de su dinero por amor.

J. Paul Getty, un millonario sin escrúpulos

En 1973, cuando un grupo del crimen organizado secuestra a su nieto (John Paul Getty III) de 16 años en Roma, el empresario petrolero amasa una fortuna superior a los mil millones de dólares. Los captores “sólo” le piden 17 millones, pero él elude pagarlos.

El mundo quedó impactado entonces con tan desafortunada decisión. La respetable imagen de J. Paul Getty, astuto y brillante, con una excepcional visión para los negocios, se esfumó, mostrando a un misántropo sin escrúpulos, de una inusitada crueldad incluso para con su familia.

Basándose en el libro de John Pearson de 1995, el guionista David Scarpa profundiza en la sugerente idea de que “el hombre más rico es también rehén de su dinero”, retratando la naturaleza moralmente ambigua del millonario a través de la soberbia interpretación de Christopher Plummer, nominado al Oscar a mejor actor de reparto por este papel.

Mark Wahlberg y Michelle Williams
Christopher Plummer (izquierda) y Mark Wahlberg en una escena de Todo el dinero del mundo.

Un secuestro atípico

Ante la indiferencia de J. Paul Getty y su rechazo a negociar con los secuestradores –según explicó en su autobiografía, porque podría poner en peligro la vida de sus otros nietos–, es cuando Abigail Harris, Gail, la incansable madre del chaval, planifica su liberación, en un intento desesperado por convencer a su suegro de que cambie de opinión.

El inteligente thriller dirige entonces el foco a uno de los hechos más fascinantes, por desconocido, de la tragedia de los Getty: la compleja relación del patriarca con su nuera, a la que no consideraba parte del clan. Gail, que se había divorciado de su hijo, John Paul Getty Jr., a mediados de los 60, había rechazado cualquier pensión a cambio de la custodia de sus hijos.

La actriz Michelle Williams, nominada al Globo de Oro por su magnífica interpretación, convierte a Gail en una heroína infatigable, mujer excepcional pues no está corrompida por el dinero, cuyo único objetivo es salvar la vida de su hijo. Junto a ella, otro personaje a la sombra y un aliado inesperado, Fletcher Chace, el pragmático consejero del millonario y antiguo agente de la CIA, encarnado por Mark Wahlberg, que resulta ser un agente de seguridad tan conflictivo como enigmático.

Mark Wahlberg y Michelle Williams
Michelle Williams, interpreta a Abigail Harris, ex mujer de John Paul Getty Jr.

En el set de rodaje

El diseño de producción del filme destaca la opulencia de las viviendas que J. Paul Getty poseía en Roma y en Londres en los años 70. La Villa Wolkonsky, domicilio del embajador británico en Roma, sirve como lujoso hogar del magnate en la capital italiana, mientras la Casa Hatfield de Londres emula Sutton Place, una de las residencias de Getty en Reino Unido y lugar en el que fallecería en 1976. Otras localizaciones que se pueden ver en el filme son el Museo Nacional de Roma, la Villa Adriano y el Palazzo Fontana, emulando este último la empresa Getty Oil en San Francisco.

Otro de los aspectos visuales a destacar de Todo el dinero del mundo es el color, lleno de simbología, ya que refleja el cambio anímico del personaje de Gail. Desde los tonos azules y neutros cuando la nuera de Getty es feliz en San Francisco en contraposición con los negros y dorados, más oscuros, en el momento del secuestro de su hijo en Roma.

El vestuario de Michelle Williams también es un indicativo de su estado emocional. La diseñadora Janty Yates, habitual colaboradora de Ridley Scott desde que ganara un Oscar por Gladiator (2000), se inspiró en las icónicas Jackie Onassis y Grace Kelly, para un estilo más casual y atemporal. Nada que ver con su antagonista, el adinerado pero cicatero J. Paul Getty, cuyos elegantes y caros trajes de Saville Row revelan también su capacidad innata para el ahorro, pues le podían durar décadas al igual que sus zapatos.