Lo que respiras
Esta es la receta: 78% de nitrógeno, 21% de oxígeno y 1% (casi) de argón, además de muchas otras sustancias que componen el 1% restante. Desde hace décadas se han infiltrado otros elementos nocivos e incluso mortales: dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre, ozono y partículas en suspensión. Los culpables, nosotros.
AIRE CONTAMINADO
OZONO TROPOSFÉRICO: este gas se forma, especialmente en verano, a partir de reacciones fotoquímicas en las que participan la radiación solar, el NO2, el oxígeno y otras sustancias. Efecto en la salud: a corto plazo irrita los ojos, las vías respiratorias y las mucosas y reduce la función pulmonar. Agrava el asma y puede ser mortal en personas con afecciones respiratorias y cardiovasculares crónicas. Según los datos del proyecto Carga Global de Enfermedades (GBD en inglés), de 2017, el ozono ocasionó 254.000 muertes en el mundo.
Las partículas en suspensión son elementos microscópicos y respirables compuestos por sulfato, nitratos o amoníaco, entre otras sustancias. Su diámetro es menor a 10 micras (0,01 milímetros), inferior al de un cabello. Efecto en la salud: quedan retenidas en las mucosas y causan trastornos en el sistema respiratorio.
BENZOPIRENO: es un hidrocarburo que procede de la quema incompleta de combustibles como la biomasa, los residuos, la producción de coque y acero, pero también del transporte. Su presencia en el aire ha crecido, de acuerdo con la Agencia Europea del Medio Ambiente. Efecto en la salud: está considerado como altamente cancerígeno.
DIÓXIDO DE AZUFRE: la presencia de este compuesto químico ha disminuido por la sustitución de los combustibles más contaminantes como el fuelóleo o el carbón en las calderas de calefacción, aunque la industria sigue emitiéndolo. Efecto en la salud: la exposición crónica está asociada a la disminución de las funciones respiratorias y a muertes prematuras derivadas de enfermedades pulmonares y cardiovasculares.
Estas partículas en suspensión miden 2,5 micras de diámetro (0,0025 milímetros) o menos. Penetran en los alveolos y pueden pasar al riego sanguíneo. Efecto en la salud: varios estudios las asocian con el asma y las alergias. La exposición crónica contribuye al riesgo de desarrollar enfermedades respiratorias y cardiovasculares, mortales en individuos vulnerables, así como cáncer de pulmón.
DIÓXIDO DE NITRÓGENO: es un compuesto químico fruto de la oxidación del monóxido de nitrógeno que emiten los motores, especialmente los diésel. Efecto en la salud: inhibe funciones pulmonares como la respuesta inmunológica, lo que reduce la resistencia a las infecciones. La exposición permanente se asocia al incremento de enfermedades respiratorias crónicas y al envejecimiento prematuro de los pulmones.
AIRE LIMPIO
NITRÓGENO: es el elemento más abundante en la atmósfera. Forma parte de la estructura de moléculas como las proteínas, el ADN, el ARN y de las vitaminas del grupo B en los seres vivos. Las plantas lo necesitan para fabricar su alimento.
OXÍGENO: es el gas esencial para la respiración animal y para los procesos de combustión. Las plantas y otros organismos generan oxígeno mediante la fotosíntesis.
ARGÓN: la cantidad presente en la atmósfera no es perjudicial para la vida, pero si se da en grandes cantidades puede provocar asfixia. Es un gas que se utiliza en la industria y la medicina.
Dióxido y monóxido de carbono, neón, helio, ozono o metano, además de vapor de agua, en una medida tan pequeña que no afectan a la salud.
Quién contamina
¿Alguna idea? Mueve el ratón sobre las imágenes y descúbrelo.
Los aviones son responsables del 1% de la contaminación. Los barcos en aguas españolas producen el 0,6%. La Agencia Europea del Medio Ambiente le atribuye el 7% de las emisiones de NO2
Este sector, junto al refino, es responsable de un tercio (31,9%) de todo el dióxido de azufre emitido a la atmósfera
Producir energía genera el 18% de los gases y casi la mitad del dióxido de azufre
Procesar los deshechos produce un 4% de los contaminantes y un cuarto de las emisiones de PM2,5
La agricultura, con el 11% del total, destaca por su emisión de dióxido de nitrógeno (7,2%)
Viviendas, negocios e inmuebles institucionales son responsables del 43% de las partículas en suspensión (2,5). La biomasa, usada en el 17% de los edificios, es la más contaminante. El gas natural, mucho menos dañino para el ser humano, se usa en el 21% de las casas
Los vehículos generan el 40% del dióxido de nitrógeno y del 10% de PM2,5, las partículas en suspensión más peligrosas
Tapados por la boina
A principio de siglo soportábamos altas concentraciones de NO2 por calefacciones y vehículos diésel. La crisis económica redujo el tráfico y el consumo. El paso al gas natural en los edificios también alivió la polución.
En blanco, el límite recomendado por la OMS
En blanco, el límite recomendado por la OMS
Fuentes: Madrid Ecologistas en Acción / Barcelona Agencia de Salud Pública de Barcelona
En tiempo real
Aquí y ahora. En Londres o en Bilbao. Navega a través del mapa para descubrir los puntos más limpios y los más contaminados del continente.
Cuando la vista se empaña
La contaminación también se ve. Desliza el cursor para comprobar el efecto de la boina que cubre nuestra ciudad.
¿CAMBIAMOS?
Queremos aire puro. Respirar hondo. Y lo queremos ya.
Lo que hay que hacer
Repensar cómo nos movemos por las ciudades. Buscar alternativas al transporte privado, usar coches más limpios, crear zonas de cero emisiones. Limitar el tráfico.
Medidas urgentes
Limitar la velocidad a 70 kilómetros por hora o prohibir el aparcamiento en las almendras centrales son algunas de las medidas que las administraciones toman durante los picos de contaminación.
Áreas libres de humos
Circulación muy restringida, calles cerradas al tráfico, más bicicletas y transporte público. Reducir las emisiones implica devolver las calles a los peatones.
Del gas a la electricidad
Los combustibles alternativos ayudan a mejorar la calidad del aire. Entre ellos, la electricidad y el gas natural ofrecen soluciones a todos los tipos de movilidad.
Calor más limpio
Fomento de sistemas de climatización de bajas emisiones, rehabilitación de edificios para mejorar su eficiencia energética o sustitución de los combustibles más contaminantes.
Industria eficiente
Mejorar las instalaciones, los procesos y fomentar las fuentes de energía renovables, además de reducir el gasto energético y el consumo de productos.
En caso de emergencia
La principal amenaza para la calidad del aire en las grandes ciudades es el tráfico rodado. Una amenaza que puede verse acentuada por ciertas condiciones meteorológicas, como la sequía. Además de la boina bajo la que viven muchas capitales, en ocasiones, tal vez con demasiada frecuencia, se dan casos de picos de contaminación (a veces llamados nitrogenazos).
Las medidas para combatirlos consisten en protocolos urgentes que incluyen prohibir la circulación a la mitad de los coches, alternando matrículas pares e impares para reducir la intensidad del tráfico, impedir el aparcamiento (por lo general a los no residentes), impedir la circulación a los automóviles más contaminantes y limitar la velocidad en las circunvalaciones en torno a los 70 kilómetros por hora. Todo ello se debe acompañar de medidas informativas sobre los peligros de la contaminación para la salud (por ejemplo, no es aconsejable realizar deporte al aire libre durante uno de estos picos) o de promoción del uso el transporte público.
Áreas libres de humo
Son eficaces la peatonalización, los peajes a la entrada de los centros urbanos, las zonas de velocidad máxima de 30 kilómetros por hora o las zonas de bajas emisiones o prioridad residencial. Paralelamente son útiles la potenciación de un transporte público barato o incluso gratuito. El objetivo es conseguir ciudades con menos coches, con más bicicletas (y servicios de bicicleta pública) y más amables con los peatones (aceras anchas, árboles, sombra, agua).
En Barcelona y otras ciudades se ha experimentado con las supermanzanas o 'superilles' (en catalán). Una supermanzana es una célula urbana que engloba a varias manzanas, de modo que el tráfico rodado solo puede circular por el perímetro y en las calles interiores se da preferencia al uso peatonal.
El uso de coches eléctricos, aunque todavía es testimonial, provoca controversia: la generación de la energía que precisan a través de fuentes no renovables, por ejemplo en centrales térmicas, tiene su coste ecológico. Otro riesgo es el de un efecto rebote en la demanda de energía y en la utilización del automóvil.
Calor más limpio, mejores edificios
No es bueno que la energía se escape o se malgaste: mejorar la eficiencia energética en los edificios tiene varias ventajas. Una es el ahorro en las facturas, otra es una menor emisión contaminante.
¿Cómo conseguirlo? Mejorando el aislamiento térmico (cuanto mejor aislado esté el edificio menos energía se desperdiciará y menos emisiones serán necesarias), usando luces led o de bajo consumo, aprovechando la luz natural, desconectando los aparatos electrónicos para evita el stand by, etcétera.
La sustitución de todas las calderas de carbón y un 20% de las calderas de GLP y gasóleo C por otras de gas reduciría la emisión de gases contaminantes, especialmente las de partículas en suspensión y SO2. En cambio, el uso de calderas de biomasa empeoraría significativamente la calidad del aire. El humo en interiores también supone un grave riesgo sanitario para 3.000 millones de personas que cocinan o se calientan con carbón o biomasa.
Los aparatos de aire acondicionado, en verano, deben usarse a una temperatura de 25 grados centígrados, no más, aunque siempre es preferible usar ventiladores. El uso indiscriminado de aire acondicionado puede subir la temperatura en verano hasta dos grados centígrados en una ciudad como Madrid.
Industria eficiente
Una industria eficiente es fundamental para conseguir una buena calidad del aire. En ciertas zonas los mayores contribuyentes a la contaminación atmosférica son las industrias (siderúrgicas, cementeras, cerámicas, fundiciones), las centrales térmicas de carbón, las refinerías o las incineradoras. La reducción de la actividad industrial con motivo de la crisis económica, de hecho, se hizo notar en una mejora de la calidad del aire. Ahora esa actividad se recupera con el consiguiente impacto en la contaminación.
Así, para conseguir un aire más limpio en lo que se refiere a lo industrial, hay que mejorar instalaciones y procesos industriales, implantar las mejoras técnicas posibles y unos valores límite de emisión asociados. Las centrales térmicas de carbón (o ciclo combinado) deben ser sustituidas por otras fuentes de energía renovables. En definitiva, es necesario un modelo de desarrollo que implique un menor consumo de energético y de productos industriales.
Dentro de la gestión de los desechos también hay espacio para la mejora de la calidad del aire. Entre ellos se encuentra la separación, reciclado o reutilización, sin olvidar la reducción de los mismos. También su gestión biológica (por ejemplo, la digestión anaeróbica para producir biogás) o, en caso de incineración, el riguroso control de las emisiones de la combustión.
Lo que puedes hacer tú
El cambio empieza por uno mismo. Desde subirse a la bici hasta pasarse al gas natural en casa, hay muchas decisiones que puedes tomar para mejorar el aire.
Lo que funciona
El mundo mira a Pontevedra. Un ingenioso sistema para desplazar el coche ha cambiado drásticamente la calidad del aire y la vida de sus ciudadanos.