Nada más llegar a los asentamientos de inmigrantes del monte Gurugú (Marruecos), nos encontramos con un grupo en el que se juntan subsaharianos de Mali, Senegal, Ghana, y Guinea Bissau. Es media tarde y forman un círculo en torno a una marmita, al calor de una hoguera. Levantan la tapa y muestran un guiso de color amarillento. Hierve. No suelen comer carne, pero esta vez han cogido tripas de una basura y eso, entre otros ingredientes, es lo que van a cenar al caer la noche. Charlamos con ellos durante media hora
Cuentan que unas 100 personas comerán de la misma olla. Todos están esperando a saltar la valla de Melilla. Lo que no sabíamos, y no nos dijeron por precaución, es que lo intentarían esa misma noche, y muchos de ellos lo lograrían. Uno de los que lleva la voz cantante se llama Samba Omar Maoe (a la derecha de la imagen). Tiene 27 años y viene de Guinea Bissau.
Dos días después, el lunes 27 de marzo, nos lo encontramos en Melilla. A él y al resto del grupo. Recorriendo la ciudad, pasamos junto a la Comisaría de Policía, donde a primera hora de la mañana es habitual encontrar una cola de subsaharianos esperando para recibir su orden de expulsión, el primer trámite en tierra europea. Un grito de entre el grupo nos hace girar el rostro. Y allí se encuentra Samba exultante. Habíamos tenido noticia de un salto de la valla de medio centenar de personas justo el día anterior. Era el salto del ‘grupo de la marmita’. Comenzaron la marcha aquella misma noche, después de comer juntos de la misma olla.