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Mercados a salto de mata: qué indicadores seguir cuando todo es impredecible

Los índices de incertidumbre y riesgo geopolítico, ahora en máximos, se convierten en pieza fundamental para gestoras e instituciones financieras del más alto nivel

Operador en la Bolsa de New York.
Operador en la Bolsa de New York.Brendan McDermid (REUTERS)
Nuria Salobral

La semana bursátil comenzó a la baja y ese mismo lunes el Nasdaq sufrió su mayor caída desde septiembre de 2022, confirmando el mal momento de la Bolsa estadounidense en el inicio de este año. Donald Trump, el presidente que parece estar acelerando el reloj de la historia, había reconocido el domingo que la economía de EE UU podría entrar en un “período de transición”, un término calculado que el mercado interpretó de forma meridiana como riesgo de recesión. Al día siguiente, EE UU redobló la presión sobre Canadá al duplicar al 50% los aranceles a la importación de aluminio y acero. El miércoles, Trump dio marcha atrás y esos aranceles se quedan en el 25%, que se aplican de forma general a las importaciones de esos materiales desde cualquier país. Mientras, la administración estadounidense ha empezado a negociar en Arabia Saudí un alto el fuego a la guerra de Ucrania. Además, la UE ha respondido a la guerra comercial de Trump con aranceles sobre productos estadounidenses por valor de 26.000 millones de euros y en respuesta, Trump amenaza con aranceles sobre el vino europeo del 200%. Todo en menos de una semana y por obra y gracia del magnate inmobiliario que ocupa la Casa Blanca.

Trump lleva poco más de 50 días en la presidencia de Estados Unidos y ya ha tenido tiempo de poner patas arriba el tablero geopolítico global y de dar la vuelta a las expectativas de inversión para el conjunto del año. El ritmo frenético de sus anuncios, que a menudo matiza o desdice incluso a las pocas horas, y el impacto potencial que tienen sobre la economía están paralizando decisiones de inversión y operaciones corporativas, desviando los flujos de fondos desde Wall Street a Europa y China y plagando de dudas las previsiones económicas que intentan hacer las instituciones financieras de más alto nivel, empezando por los bancos centrales. Cuando el día a día de gestores y economistas se convierte en una montaña rusa de informaciones y bandazos en los mercados financieros, lo único cierto parece ser el estado actual de máxima incertidumbre. ¿Cómo intentar ir más allá y elaborar previsiones? ¿Qué indicadores seguir? ¿Qué variables pueden ser las más fiables para intentar anticipar una corrección bursátil o una recesión en un entorno tan cambiante?

“Ante la imposibilidad de precisar en exceso las variables, se trata de agudizar el arte de lo posible, centrar energías en aquello más controlable, siempre que sea útil para optimizar decisiones. Sin embargo, a lo incontrolable, como qué arancel pondrá mañana Trump, a quién, durante cuanto tiempo, etcétera... es mejor no dedicar mucho tiempo. La clave es estimar rangos razonables de impactos posibles y sobre ello, tomar decisiones”, explica Leopoldo Torralba, economista de Arcano.

El índice Vix de volatilidad del S&P, la rentabilidad de los bonos -en especial, el diferencial que se exige en la deuda corporativa de más riesgo-, los ratios PER -que reflejan el múltiplo que el mercado está dispuesto a pagar en función de los beneficios de una compañía- o los índices de incertidumbre son las referencias clásicas con las que analistas e inversores intentan sacar conclusiones de la convulsa situación actual. Indicadores que pueden ayudar a anticipar si el mercado está a las puertas de una corrección, o incluso de un nuevo ciclo bajista, o si la economía se dirige hacia una recesión, dos de los grandes interrogantes a los que se intenta dar ahora respuesta, a pesar de la escasa visibilidad. Para Torralba, no es posible atinar con el momento exacto ni la intensidad específica de una corrección bursátil o una recesión, “pero los indicadores muestran que cierta debilidad podemos ver por un tiempo en la Bolsa de los EEUU, sobre todo. Además, la economía estadounidense está debilitándose sustancialmente, aunque sin entrar en una recesión ni profunda ni duradera, simplemente ralentizando su crecimiento”.

El Banco de España también advirtió esta semana en la presentación de sus previsiones de la “extraordinaria incertidumbre” actual y reconoció que en entornos tan inciertos, la economía siempre acaba por resentirse. También se remitió en su exposición a los índices de incertidumbre de la política económica de España y del mundo. El que mide la incertidumbre a nivel global está en máximos del siglo, según el Economic Policy Uncertainty Index que emplea el Banco de España (ver gráfico). Estos indicadores de incertidumbre ya están desde hace tiempo sobre la mesa de trabajo de analistas y economistas, pero ahora se convierten en referencia obligada a la hora de hacer previsiones, en un esfuerzo por intentar ver más allá del caos actual. “Los economistas nos manejábamos con series de datos y estos indicadores de incertidumbre y riesgo geopolítico son también importantes para realizar distintos escenarios. Si se dispone de una serie larga, es posible hacer simulaciones de impacto y un análisis de lo que puede pasar sobre las métricas económicas tradicionales como la inflación o el consumo. Son útiles para hacer probabilidades”, explica Álvaro Ortiz, economista del equipo de big data e inteligencia artificial de BBVA Research.

De hecho, las señales de alerta que envía estos días el mercado financiero se están intensificando a partir de la tensión que muestran esos índices de incertidumbre y riesgo geopolítico. En esta semana en que Trump ha destapado la posibilidad de una recesión con la aplicación de su drástica y caótica receta económica, el índice Vix de volatilidad ha subido hasta máximos de agosto de 2024, tras un alza del 70% en el último mes. Los diferenciales de la deuda high yield estadounidense está al nivel más alto de los últimos seis meses. Mientras, el Nasdaq y el S&P 500 ya han entrado en terreno de corrección, al acumular una caída superior al 10% desde el último máximo. En Bank of America defienden que esta reciente caída es solo una corrección técnica y no el inicio de un nuevo mercado bajista y recomiendan comprar si el S&P desciende a los 5.300 puntos. En Vontobel también tienen una visión constructiva y defienden que “los aranceles no durarán para siempre: no pueden traer «de vuelta a casa» los empleos manufactureros estadounidenses «perdidos» (es demasiado tarde para eso) y no pueden financiar el gasto público actual (es demasiado grande para financiarlo con aranceles)”. Y citan además las palabras del presidente de la Fed de Chicago, Austan Goolsbee, a propósito del momento actual: “Hay mucha incertidumbre, mucho polvo en el aire, y antes de que la Fed pueda volver a recortar los tipos, creo y así lo he expresado, que tenemos que quitar un poco de polvo del aire”.

Los bancos centrales no ocultan su estado de desconcierto y la evidencia de que la incertidumbre puede hacer descarrillar en cualquier momento el escenario base previsto. Las previsiones macroeconómicas presentadas por el BCE en marzo revisan al alza la estimación de inflación para este año y a la baja la de crecimiento, sin incluir aún los aranceles ya anunciados, solo incluyen la primera tanda de aranceles bilaterales entre Estados Unidos y China. Como se ha visto en las últimas semanas, la amenaza arancelaria puede cambiar de un día para a otro, intensificarse o suavizarse. Según reconoció Christine Lagarde, la incertidumbre “es enorme, está por todas partes”, hasta el punto de que el BCE ha renunciado definitivamente a dar una guía sobre próximos movimientos de tipos de interés. “El nivel de incertidumbre al que nos enfrentamos es excepcionalmente alto. Un índice de incertidumbre sobre la política comercial se sitúa actualmente cerca de 350, más de seis veces su valor medio desde 2021″, insistía este miércoles Lagarde.

Estos indicadores de incertidumbre se han incorporado de tú a tú con el resto de indicadores tradicionales en la coctelera de herramientas de los economistas y numerosas firmas de análisis e inversión elaboran los suyos propios. “Son fundamentales porque el nivel incertidumbre impacta directamente en las decisiones de inversores y agentes económicos”, defienden en Arcano. La construcción de estos índices se apoya en la inteligencia artificial, que permite convertir en datos la incertidumbre económica y política a partir del análisis de millones de noticias. “Al principio los algoritmos detectaban los temas, el número de veces que surgían palabras como crisis o recesión. Ahora su desarrollo permite también ver en qué tono se habla”, añade Ortiz. Por ejemplo, en BBVA se apoyan en la plataforma de información Proyecto GDELT, una división de Google que analiza noticias de la radio, la televisión, la prensa y los medios online a nivel mundial en más de 100 idiomas.

La arrolladora e intensa agenda política de Trump, que preside la mayor economía del mundo, apunta en dejar en papel mojado los esfuerzos de los economistas por hacer previsiones que se hagan este año. Para muchos gestores, la opción es directamente no hacer previsiones. “Cuando ganó Trump las elecciones, primero se habló de una explosión de crecimiento, luego de estanflación y ahora de riesgo de recesión. Todo esto en poco más de cuatro meses. Si el inversor se pega a esos cambios, siempre va a llegar tarde y hay demasiada volatilidad”, explica David Ardura, codirector de inversiones de Finaccess Value. En su opinión, el mercado solo se quedó con “lo bueno” de las propuestas de Trump, como las rebajas fiscales o la desregulación. “Se ha obviado al Trump de la campaña electoral. Estamos ante una especie de test de estrés, con la Casa Blanca tocando muchas palancas económicas a la vez”, concluye.

Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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