E l Centro de Tecnología Repsol es el artífice de esas innovaciones que, aunque no lo parezca, son realidad. Ubicado en Móstoles, en este ‘campus’, a la vanguardia en investigación, trabajan más de 300 personas en proyectos energéticos y sostenibles y es el lugar en el que se da a luz toda la tecnología que luego la compañía aplica en el resto del mundo. Entre esos proyectos se encuentran Sherlock I y II, Excalibur, Pegasus y Spain 2017.
Saber qué va a ser de nosotros desde un punto de vista energético puede parecer una cuestión alejada de nuestra vida cotidiana, pero nada más lejos de la realidad. ¿Quién no está preocupado por la luz, el gas, la gasolina o el medio ambiente? Pues en Móstoles, una pequeña gran ciudad a las afueras Madrid, se levanta el Centro de Tecnología Repsol. Allí trabajan en distintos proyectos basados en tres conceptos: la sostenibilidad energética, medioambiental y económica. Según la Agencia Internacional de la Energía en los próximos años la población se incrementará hasta los 10.000 millones (ahora somos 7.300), sobre todo en India, China y África. ¿Qué quiere decir esto? Que a más gente, más energía se consumirá. Por eso el fin último del Centro de Tecnología Repsol es ser capaces de que, ante ese aumento de la población, se pueda vivir con tan solo un incremento de la demanda energética del 15%. Y para conseguirlo están llevando a cabo proyectos que podrían ser ciencia ficción… pero que ya son realidad.
ROCAS DIGITALES
Entre todos esos planes para un futuro mejor (y más sostenible) que está realizando Repsol se encuentra, el proyecto Sherlock II, que nació hace cuatro años y que ahora se utiliza en las unidades de negocio de la compañía. Como explica el venezolano Carlos Santos Molina, director del proyecto y geofísico: “lo que hacemos aquí es digitalizar la información para obtener lo que hasta hace unos pocos años se llevaba a cabo desde el punto de vista analógico, que era someter a todo tipo de pruebas a las rocas, estirarlas, darles corriente. Ahora, en vez de hacerlo en el mundo real, lo realizamos en su doble digital”. ¿Para qué extraer un puñado de piedras y rocas si con apenas una muestra se puede saber qué hay ahí abajo? A golpe de un sencillo clic en la pantalla del ordenador analizan cómo se comporta el subsuelo, si es apto o no para realizar una prospección petrolífera, si hay o no hidrocarburos. Con una máquina ultrapotente de rayos X, los científicos obtienen una imagen digital de las rocas, sin necesidad de llevar a cabo costosas extracciones en el subsuelo.
MAPAS GEOLÓGICOS
Claro que, para llegar a la digitalización y conocer si el petróleo que fluye bajo nuestros pies es de calidad, es necesario obtener antes muestras reales, y ahí entra en juego otro proyecto de Repsol, Sherlock I. ¿Qué cuál es su misión? Conocer qué ha ocurrido bajo la tierra en los últimos 150 millones de años, para deducir si hay probabilidades o no, de que haya hidrocarburos. Los que trabajan en este proyecto son como detectives, en busca de las huellas del sistema petrolífero: “Aquí trabajamos –comenta Miguel Ángel Caja, uno de los investigadores inmersos en este proyecto– con los elementos del sistema petrolífero, que son cinco: primero obtenemos una roca madre, rica en materia orgánica, que es donde se genera el hidrocarburo; éste migra hacia la superficie bien por la roca o por fracturas naturales y pasa por los reservorios, que es donde pueden quedar atrapados; nos faltaría un sello (lo que crea la trampa y encierra el petróleo o el gas); y el último sería el tiempo”.
INTUICIÓN MATEMÁTICA
Interrelacionados con los Sherlock se encuentra el proyecto Neptune, en el que se analizan muestras de crudo procedentes de todos los yacimientos. Y también Excalibur y Pegasus. El primero consiste, en palabras de la matemática Cristina Ibáñez, “en desarrollar formulaciones y algoritmos para poder simular los yacimientos y conocer cuál es el plan óptimo de explotación, de qué manera extraer el máximo petróleo de la manera más eficiente posible”. El segundo, Pegasus, es el nuevo reto del Centro de Tecnología Repsol, y supone la primera aplicación al mundo de petróleo de métodos cognitivos “algo así como introducir en una computadora todos los datos obtenidos en los diferentes proyectos de Repsol y que esa máquina tenga capacidad de análisis y genere sus propias reglas, conclusiones y previsiones”.